La reina Isabel
Por: Ana Cristina Restrepo Jiménez
La centralidad de las víctimas no es exclusiva del proceso de paz, también lo es del periodismo, en especial en contextos de conflicto armado. El control del poder comienza por honrar la voz de los oprimidos.
Durante años he escuchado a víctimas del proyecto Hidroituango, y he seguido el proceso de medidas cautelares que adelanta la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Con respeto y admiración, consultaba a Isabel Zuleta, del movimiento Ríos Vivos.
Más que indignación por el perjuicio electoral causado a un candidato, el video en el que la senadora electa dice “quemamos a [Sergio] Fajardo” deja varias claridades: el Pacto Histórico no puso a Zuleta en un lugar privilegiado de su lista al Senado por solidaridad con las víctimas de las orillas del Cauca, sino para usar su activismo en contra de Fajardo. Sorprende, eso sí, la torpeza estratégica: “quemaron” el fusible del centro político; ignorando que el más riesgoso electoralmente era Federico Gutiérrez, hasta hace poco un desconocido en Colombia, aunque apoyado desde el principio por la maquinaria del statu quo y el empresariado de derecha.
Mientras un paro armado doblegaba a los más débiles, pasaba desapercibido el peor daño, de largo aliento, que deja el discurso de Zuleta: la instrumentalización de los movimientos de víctimas.
Ni la derecha más reaccionaria se atrevió a tanto: al “advertir” sobre la publicación de investigaciones contra Federico Gutiérrez, Zuleta lo blindó, puesto que la opinión pública asumirá que cualquier información que se revele sobre el candidato de la derecha continuista es falsa, parte de una “campaña de desprestigio”. La izquierda desmalezando el camino de la derecha: ¡canonizaron a San Federico! (que es todo, menos santo).
¿Es Zuleta la voz de las víctimas? El cuarto lugar que ocupó el Pacto Histórico en Ituango en las recientes elecciones (234 votos) es tan diciente como los testimonios de líderes del territorio (por ejemplo, Hugo Muñoz, de la vereda Puqui, Valdivia) que no se sienten representados por la cabeza de Ríos Vivos.
La voz mediática de Zuleta es inversamente proporcional a su capacidad de concertación. En octubre de 2021, la JEP organizó en Hidroituango una inspección judicial con la presencia de Policía Judicial (UIA), la Ubpd, el Grai, Equitas (en representación de las víctimas) y EPM. Ríos Vivos no asistió, mientras que Zuleta se opuso a que la comitiva de la JEP pernoctara en las instalaciones de la empresa: la magistratura se negó a tal exigencia; aunque EPM estuviera vinculada en el proceso, sus alojamientos garantizaban la seguridad.
Isabel Zuleta siembra la idea —deleznable— de que el activismo tiene carta blanca para usar la tragedia y los derechos de las víctimas en la política electoral. El activismo es, por definición, una acción política ¡plural y democrática!, otra cosa muy distinta es utilizar el sufrimiento ajeno con intenciones partidistas.
Mientras los periodistas la coronábamos como reina de una causa, Isabel Zuleta se valía de las víctimas como vasallos de sus aspiraciones electorales. Qué decepción