El funeral de Estado más importante del Reino Unido en los últimos años está siendo a la vez el más restringido en duración, número de asistentes y medidas de distanciamiento social. La reina Isabel II ha dado el visto bueno a una ceremonia oficial calculada al detalle para compatibilizar el deseo general de la ciudadanía de rendir homenaje a su esposo, Felipe de Edimburgo, con una situación nacional de pandemia, que sigue siendo muy delicada. Las exequias se celebrarán este sábado en el castillo de Windsor. Para evitar recelos y malentendidos con la vestimenta oficial —especialmente, que el príncipe Andrés, apartado de sus funciones públicas, o el príncipe Enrique, despojado de sus títulos, usaran uniforme militar—, todos los asistentes vestirán de luto civil.