Por: Adonis Tupac Ramírez
En medicina llamamos síndrome a un conjunto de síntomas o signos que pueden describir una enfermedad o un conjunto de enfermedades, muchos llevan el nombre de la persona que lo describió (llamado epónimos); hoy queridos lectores y lectoras quiero describir este síndrome, que es un invento propio.
Los Ángeles y específicamente Hollywood en California (USA) son el sitio de la meca del cine, donde las grandes producciones se hacen realidad, donde viven los grandes guionistas, directores y actores. Muchos de los filmes por su tiempo corto que deben desarrollar el argumento muestran que los grandes logros o el éxito de los protagonistas transcurre en muy poco tiempo o de forma inmediata, escenas donde muestran el ahora y 10 años después en menos de un minuto pueden enviar el mensaje del logro inmediato.
Colombia en los últimos 30 años ha girado en torno a una narco-economía que ha transformado las esferas políticas, culturales y sociales, creando nuevas estéticas de belleza en las mujeres y exaltando al “empresario” exitoso en corto tiempo y el «todo vale» para adquirir status social y poder económico.
El síndrome de Hollywood consiste en la necesidad de conseguir cualquier meta, objetivo, logro o poder a través de la retribución inmediata, con el menor esfuerzo posible y sin medir las consecuencias, no importa si el disfrute del logro sea efímero (pagado con la vida misma o con la cárcel). Estos síntomas se ven reforzados por el falso mensaje que dan las redes sociales con la explosión de «influencers», algunos sin ningún tipo de preparación académica, pero con millones de seguidores que celebran cualquier ocurrencia que postean en Instagram o Tik Tok.
Explicarles a muchos de los jóvenes que la senda para el «éxito» es larga y llena de sacrificio y esfuerzo, que el éxito no es un golpe de suerte, que el azar requiere que estemos preparados para aprovecharlo.
El trayecto no es una línea recta, está llena de sinuosidades, rupturas, remiendos y la retribución inmediata es una falsa promesa. Hay que romper el legado del dinero fácil, la trampa, el éxito inmediato por el trabajo resiliente, comprometido y enfocado en el bien común; no hay que celebrar al empresario «exitoso» tampoco venerar y envidiar su «éxito».
