Por: Sergio Trujillo
La salud mental es hoy uno de los temas más relevantes y urgentes que enfrenta nuestra sociedad. Desde la cotidianidad de los hogares hasta los entornos laborales, escolares y sociales, la estabilidad emocional y psicológica de nuestra comunidad se encuentra en crisis. Los problemas de salud mental no solo afectan a personas aisladas, sino que se han convertido en una realidad latente que atraviesa todos los ámbitos de la vida, exponiendo el tejido social a profundas fracturas.
Es doloroso reconocer que nuestra salud mental está enferma. Vivimos en una época marcada por comportamientos alarmantes, donde actos terribles y, a menudo, inexplicables evidencian el deterioro de nuestros valores y nuestra estabilidad emocional. ¿Cómo explicar el horror de padres que, movidos por celos o venganzas, han sido capaces de arrebatar la vida a sus propios hijos? Estos actos nos deben llevar, en primera medida a rechazar, pero además reflexionar sobre el estado crítico de nuestra salud mental y el impacto devastador que tiene en las relaciones familiares y en la convivencia.
La preocupación en torno a la salud mental no es nueva, pero sí ha alcanzado niveles alarmantes en los últimos años, especialmente entre nuestra niñez y nuestras mujeres. Los entornos laborales, familiares y las interacciones diarias se han convertido en espacios donde la tensión, el estrés y la violencia emocional se manifiestan constantemente. En el departamento del Huila, los datos nos revelan la magnitud de esta problemática: solo en el último boletín epidemiológico, se reportaron 629 intentos de suicidio, una cifra impactante que sitúa la tasa de incidencia en 52,76 por cada 100,000 habitantes. Municipios como Campoalegre, Garzón, La Argentina y Pitalito presentan niveles de riesgo alto en este aspecto.
Estos hechos no pueden ignorarse ni minimizarse. Desde la Asamblea Departamental, reconocemos que es nuestro deber abordar esta crisis de manera integral y con urgencia. Actualmente, contamos con una Política Departamental de Salud Mental y Prevención del Consumo de Sustancias Psicoactivas, establecida bajo la Ordenanza 035 de 2022, que ha sentado las bases para enfrentar esta problemática desde 36 municipios del Huila. Sin embargo, es evidente que debemos ir más allá. Necesitamos fortalecer esta política y asegurar que llegue a cada rincón del departamento, especialmente a las zonas rurales, donde el acceso a servicios de salud mental es limitado y las barreras geográficas y económicas impiden a muchos ciudadanos recibir atención adecuada.
La Asamblea, en articulación con el gobierno departamental, está decidida a liderar el desarrollo y fortalecimiento de una política pública sólida en salud mental, que garantice el acceso equitativo y mejore la infraestructura, la dotación de personal especializado y la implementación de programas preventivos. También es necesario que trabajemos juntos para destinar más recursos a esta causa. En el Huila, el 5% de los ingresos corrientes de libre destino de cada vigencia se ha destinado a financiar estos programas, pero necesitamos ampliar estos esfuerzos para cubrir todas las áreas de atención necesarias, incluyendo un enfoque intercultural para las comunidades indígenas.
La salud mental debe dejar de ser un tema marginal y convertirse en una prioridad. Estamos ante una alerta que exige acción inmediata. Esta Asamblea asume el compromiso de actuar con determinación para construir un Huila más Grande y más saludable, un Huila en el que nuestros niños, mujeres, trabajadores y cada uno de los ciudadanos puedan vivir en un entorno que les ofrezca la oportunidad de desarrollarse en paz, sin miedo ni sufrimiento.