Por: Gerardo Aldana García
“Cuando el horizonte que refleja la tierra y su paisaje, me reta a descubrir sus infinitas aristas, disimuladas en distancias que parecen líneas, otras veces un medio circulo o tal vez una hipérbole, me reconozco como el hombre capaz de medir la cintura del mundo, el polígono de un río y sus afluentes o trazar los graves declives por los que el agua vivifica los entornos, entonces vitoreo mi oficio ante el mundo, mi profesión: Topógrafo, el aliado irrenunciable de ingenieros, cartógrafos, urbanistas, evaluadores, jueces en diferendos de linderos, y también de los prospectores de futuro”.
Esta bella profesión de forma discreta, desde el ojo clarividente de una estación, integración del distanciómetro, el teodolito y el tránsito, se apropia del territorio, lo hace su laboratorio y descifra las formas y las medidas que el usuario desea ver sobre un plano. Existen varias versiones sobre el origen de la topografía, ubicándola en Turquía, 6.200 A.C., en donde vestigios dan cuenta de los primeros hombres tratando de orientase y representar el entorno. Más tarde, los sumerios aplicaban la geometría práctica en obras de arquitectura y canales de riego. Hasta los tiempos de hoy, el topógrafo es un actor clave en los grandes proyectos de transformación y desarrollo de los ecosistemas físicos.
El Huila es albergue de al menos 50 topógrafos entre graduados de universidades y los abnegados empíricos que se cultivaron incluso en el legado de legendarios cadeneros, que diariamente estampan los accidentes del terreno. Neiva por excelencia es destino de topógrafos egresados de claustros como la Universidad del Tolima, la UIS de Santander, la Universidad del Cauca, entre otras. Estos profesionales están vinculados a la empresa pública, en entidades como el CTI, IGAC, Empresas Públicas de Neiva, Aguas del Huila, entre otras, en un porcentaje cercano al 20%, mientras que un 40 % labora en proyectos de gran envergadura como las vías 3G y 4G y proyectos viales regionales; el restante 40% trabaja para el sector privado, especialmente en obras de urbanismo. El topógrafo Germán Garzón, responsable del área en las Empresas Públicas de Neiva, destaca el papel del actual presidente de la Asociación Huilense de Topógrafos, Héctor Losada, oriundo de Villavieja e impulsor del gremio hacia su fortalecimiento.
Los topógrafos huilenses no son de hecho grandes contratistas, como sí, los ingenieros civiles; y aunque su remuneración es digna, según varios de ellos, debería reconocerse un mayor valor a sus servicios en el ejercicio ordinario de la profesión. La topografía se asemeja al arte, dice Garzón, porque lo deja mezclar la ciencia de la medición de los entornos, con trazos que hablan, descritos en una actividad compleja de mucha dedicación, de trabajo minucioso, cual lo hace el pintor en su lienzo o el poeta que rasga el velo de la escondida inspiración. En otro ámbito de la profesión en el Huila, se encuentra un Ingeniero Topógrafo dirigiendo los destinos de la Secretaría de Cultura y Turismo del Departamento, Daniel Sanz, demostrando la generosidad de esta profesión para estar al servicio del desarrollo, del crecimiento, del bienestar común.
Mientras sincroniza su estación, dice Germán Garzón: Lloraré el día que ya no pueda estar aquí. La topografía tiene olor a sudor, se nutre del paisaje. Se refresca con una coca cola bajo un sol canicular. Este oficio me sabe a la picada de una avispa o de la urticante pringamoza del norte huilense, es un arte que huele a barro y aguanta calmado el furor del aguacero, para maravillarse luego con la límpida campiña.
