Diario del Huila

La única ley que salva es el amor

Oct 30, 2021

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La pregunta que aquel Escriba bien intencionado le hace a Jesús con el deseo de progresar en su fe: “¿Cuál es el mandamiento principal?’” bien la podemos hacer nosotros hoy.

En tiempos de Jesús, los rabinos enumeraban la nada despreciable cifra de 613 preceptos de la ley, positivos unos y negativos otros.

Y si bien ahora no estamos bajo ese cúmulo de leyes, sin embargo disponemos de cierto aparato estructural, que nos hace perder la perspectiva de las cosas.

También nosotros enumeramos: 10 mandamientos, 5 de la iglesia, 14 obras de misericordia, 3 virtudes teologales, 4 virtudes cardinales, documentos del Concilio Vaticano II, que no leen ni los curas, Catecismo Católico, Documento de Puebla, de Aparecida, etc. Fuera de eso, los religiosos y las religiosas tienen sus propias normas, y dentro de cada Diócesis hay programas y disposiciones propias.

De esta manera los cristianos pueden sentirse un poco acosados por un sistema religioso, amplio y complicado, como para que a la mayoría le resulte difícil discernir qué es lo importante y qué tiene un valor provisional o secundario.

Corremos hoy el peligro de confundir las cosas: darle más importancia al Bautismo de los niños que a su ulterior formación en la fe; más importante a cumplir con la misa que a ser justos y sinceros. Una mirada amplia de la Iglesia Católica nos permite descubrir demasiadas cosas a las que se suele conceder excesiva importancia y así surge el interrogante: “¿Qué es lo más y lo único importante para entrar en el Reino de Dios?”.

Jesús nos dio una respuesta original a la pregunta del Escriba y sólo apeló a la Palabra de Dios, y en esto radica su originalidad: nos invita a dejar todos los criterios humanos y circunstancias acomodaticias para ceñirnos exclusivamente al criterio de Dios. El amor a Dios y al prójimo lo abarca todo, los demás preceptos vienen por añadidura; no es un recetario de normas sino un espíritu que da la vida.

El Evangelista Juan nos dice que “Dios es amor” y podríamos nosotros añadir que nuestro prójimo también es amor y lo único que nos hace aceptables ante Dios.

El día del juicio nuestro el Señor no nos va a preguntar por las encuesta de Aparecida, ni las definiciones del catecismo; sí nos preguntará por el vaso de agua, por el vestido que ofrecimos al necesitado, por el perdón que le dimos y por la caridad que tuvimos con ellos. Ojalá descubramos a tiempo que el amor de Dios sin el amor al prójimo es una mentira por más palabras bonitas que lo adornen.

Ojalá, con este mensaje de hoy lográramos reducir la vida cristiana a ese único precepto, para “no estar lejos del Reino de Dios”.

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