Por: José Eustacio Rivera Montes
La universidad referente del sur colombiano, hoy lamentablemente se ha convertido en un escenario de agravios, campaña sucia y todo un ring de pelea. Donde debe primar el argumento y las profundas discusiones académicas, hoy llega a la disputa de varios frentes de poder que busca tener la rectoría de la mejor universidad pública del sur del país. Las bodegas, denuncias fundadas e infundadas, grabaciones bajo la mesa y una temeridad de nunca acabar. Solo Pedro Reyes logro mantenerse toda una vigencia, después de muchos años y el paso de muchos rectores encargados y en propiedad fugaz.
50 años de historia, enmarcando miles de profesionales que han tejido una región empañada de conflicto armado, pero también de desarrollo económico y social. En 1968 bajo la ley 55 se crea el instituto Universitario Sur colombiano, que ya buscaba preparar profesionales para la región y el conocimiento fuera una realidad concreta. Miles de graduados de nuestra alma mater hoy administran, lideraran proyectos y programas que han beneficiado a la región, nuestra universidad de tanta historia hoy llega a la diminuta discusión de poder, que no cesa de agravios y al mejor estilo de Nicolás Maquiavelo, abunda la perversidad, la traición y las malas costumbres politiqueras.
Quizás atractivo ante intereses económicos, por ser la entidad e institución pública con más alto presupuesto anual, desatina la verdadera misión de formar profesionales idóneos y críticos en una región que avanza, en medio de los altos índices de desempleo y desocupación. Quienes hoy lideran un proceso de constituyente universitaria, tienen un cansancio acumulado que representa a miles de egresados, estudiantes, docentes y administrativos que vemos estancada la universidad.
No se pueden desconocer los actores públicos y políticos que han liderado la estampilla pro universidad sur colombiana, proyectos de cofinanciación del orden nacional y departamental y los procesos de acreditación de los programas, pero si dejar que la universidad mantenga autonomía y un escenario netamente académico, donde la verdadera disputa sea el debate de las propuestas, para el caso de las elecciones que ya se vienen para lograr por fin tener un rector en propiedad. Ya se predice que quien gane será demandado y solo estará unos meses en el cargo. Lamentable las instancias de inestabilidad institucional.
A las bodeguitas, consultores políticos de marketing y los perversos actores de la campaña sucia, desarmasen y apúntenle a una campaña de ideas, un debate limpio y sin herir la dignidad de las personas. Concejales, alcaldes, gobernador, diputados y funcionarios públicos, participen y voten como egresados, docentes y estudiantes, pero no empañen de politiquería nuestra universidad. Si queremos avanzar como región, démosle otro lugar a nuestra casa de estudios. Aun podemos ser una institución decente y líder de nuestra región.