Perdón por los secuestros cometidos durante la guerra fue lo que hicieron ayer los excomandantes de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (Farc-Ep), ahora partido Comunes, en un encuentro cara a cara con sus víctimas, el primero después de la firma del Acuerdo de Paz en 2016.
Rodrigo Londoño, presidente de Comunes y conocido dentro del grupo guerrillero como ‘Timochenko’, expresó que asumen su responsabilidad y guardan la esperanza de que puedan sanar las heridas que ocasionaron y solicitaron con “humildad” que se les perdone por los padecimientos causados con la lamentable práctica del secuestro.
La excandidata presidencial Íngrid Betancourt quien fue secuestrada en 2002 y liberada el 2 de julio de 2008 hizo parte de este encuentro donde recalcó, como aporte al esclarecimiento de la verdad, que la reconciliación es una palabra que pesa mucho y el camino hacia ella pasa por una búsqueda de redención por parte de los victimarios.
La Comisión de la Verdad, que organizó el espacio, considera que al propiciar un momento público con los testimonios de las víctimas y el reconocimiento de responsabilidades de quienes participaron directamente de esos hechos, la sociedad puede reflexionar sobre su compromiso en la construcción de escenarios para la no repetición que la memoria no incite a la venganza, sino que sea una memoria grande que ayude a comprender la tragedia.
El expresidente Juan Manuel Santos llegó también el pasado 11 de junio a la Comisión de la Verdad, según lo dicho por él mismo, a contar su verdad, aunque para muchos llegó a sacudirse de responsabilidades y señalar responsables, los errores fueron de otros porque lo de él son solo logros. Y así no es.
Las Farc y el gobierno de Santos en representación del Estado firmaron el Acuerdo de Paz en 2016 con el que pusieron fin al conflicto armado más prolongado de Latinoamérica y desde entonces, se busca esclarecer la verdad de lo sucedió en la guerra para no incurrir en actos similares, pero el primer paso para que esto sea real es despojarse de egos y enfrentar las responsabilidades, las propias, no los de otros.
Con estos testimonios, de casos diferentes, pero muy relacionados entre ellos, son un buen comienzo para transformar la memoria, mantenerla viva, con todo su dolor, porque lo intolerable no puede jamás volver a suceder.
Esta fue la primera vez que Betancourt, quien estuvo privada de la libertad durante seis años y medio y fue liberada en medio de la Operación Jaque, se encontró presencialmente con sus captores, demostrando valentía al decirle en la cara todo lo que sentía a sus captores.
«Es cierto que todos queremos la paz, pero la paz necesita un cambio profundo de nuestra relación con el otro» y ese cambio empieza por una verdad sincera, no conveniente, frente a frente.