A las 8 de la mañana del 24 de febrero, día del comienzo de la invasión rusa a Ucrania, en la central eléctrica de Chernobyl sonó una alerta de emergencia. La había emitido Valentin Geiko, quien en ese momento estaba a cargo del turno en uno de los lugares más peligrosos del mundo, escenario en 1986 del peor desastre nuclear de la historia.
Había informes de explosiones en toda Ucrania y avistamientos de aviones rusos sobre Chernobyl y Geiko llamó por teléfono a los jefes de departamento en el lugar para informarles de la situación.
El turno de noche debía terminar a las 9 de la mañana, cuando un tren llevaría a los trabajadores de vuelta a Slavutych, la ciudad vivían junto a sus familias. Pero pronto llegó la noticia de que parte de la vía había sido retirada y el puente de la carretera sobre el río Dniéper había sido volado. Se había cancelado la rotación de turnos. Había 103 personas de servicio en la estación. Nadie se iba a casa.
Las sirenas antiaéreas sonaron durante el resto del día. Se ordenó a la mayoría del personal que se dirigiera al búnker situado bajo el edificio principal.
Anton Kutenko, que trabajaba en la gestión de residuos nucleares, llamó a su esposa, que cuidaba de sus dos hijos pequeños. “¿Cuándo vas a volver a casa?”, le preguntó ella. “No lo sé”, respondió él.
A las 16.15 horas, en una de las 25 pantallas que tenía frente a él, el jefe de seguridad Valeriy Semenov, vio que desde la frontera con Bielorrusia se acercaba un vehículo militar pesado y, un poco más lejos, tres vehículos blindados de transporte de personal y un convoy de camiones. En otra pantalla, Semenov vio a hombres con uniformes negros desembarcando en un puesto de control.
En tres minutos, las tropas rusas estaban a las puertas. Se detuvieron frente al edificio en sus vehículos, entre los que se encontraba un tanque. Al ver las imágenes de las cámaras, Semenov llamó a Geiko para informarle de que nueve intrusos estaban atravesando el torniquete principal. “Sí, puedo verlos a través de la ventana”, dijo Geiko. “Me están apuntando con sus armas”.