Por: Ernesto Cardoso Camacho
Como bien lo expresa el conocido refrán popular “más vale tarde que nunca”. Para los huilenses y surcolombianos, era inexplicable que el presidente Duque no hubiese atendido, con eficacia y prontitud, el clamor ciudadano que con cierta dosis de angustia veníamos reclamándole por su firme decisión de ejercer autoridad frente a los gobernantes locales y especialmente ante el alcalde Gorky Muñoz.
Si bien es cierto, las circunstancias del Valle y del Cauca han sido especialmente críticas, también es verdad que el Huila como cabeza y líder natural del desarrollo surcolombiano, ha sufrido el embate de las protestas, degeneradas en actos de vandalismo contra la infraestructura pública y privada; y sobre todo, la grave afectación económica de su vital capacidad productiva.
Por fortuna, el jueves anterior nos tocó el turno de recibir la tan esperada visita presidencial, un día después a la que realizara el ministro de defensa a Pitalito. De conformidad con las informaciones publicadas por los medios escritos de la región, la jornada del presidente con sus ministros e invitados del Caquetá y Putumayo permitió realizar rigurosa evaluación sobre la situación de orden público, seriamente alterada por las protestas y hechos vandálicos ampliamente conocidos y por los bloqueos ejecutados de manera escalonada en la principal arteria vial conocida como ruta 45 que precisamente conecta la promisoria región surcolombiana.
Mención especial merece el capítulo relacionado con las dos recientes masacres ocurridas en Algeciras, donde los rezagos del proceso de paz han generado vindictas entre excombatientes y seguramente también acciones violentas de las llamadas fuerzas oscuras protagonistas de la criminalidad del narcotráfico. Esperamos con confianza en que las específicas acciones de la inteligencia militar logren estabilizar dicha zona agrícola tan importante por su indudable posición geográfica estratégica para la consolidación de la paz, así como la eficiente y oportuna investigación de la Fiscalía para el castigo ejemplar a sus responsables.
Volviendo a los anuncios del presidente, es necesario reconocer que han sido generosos al afirmar que para el Huila la inversión de su gobierno supera los CINCO BILLONES DE PESOS, en diferentes programas como los de infraestructura vial que llevamos 10 o más años esperando se concreten. La de red terciaria, vital para nuestros campesinos que cada año ven como sus cosechas no alcanzan a salir a los mercados por el pésimo estado de sus vías veredales. Los de impacto social como vivienda y mejoramiento urbano y rural; y los de subsidios de familias en acción y adulto mayor, etc.
En conclusión, anuncios que generan expectativas en relación con el también generoso apoyo electoral que contribuyó a su elección como presidente.
No quisiera pasar como ave de mal agüero o como abogado del diablo.
Pero las permanentes promesas que desde hace tantos años nos han hecho a los huilenses, sin resultados concretos y positivos que en verdad impacten el desarrollo regional, nos incitan a ser cautos o hasta desconfiados.
Personalmente me inquieta el enorme déficit fiscal de la Nación que seguramente se incrementará como resultado de las negociaciones del gobierno con los promotores del paro, hecho que habrá de pasar por la inevitable reforma tributaria, en la cual, como ya se ha indicado, la prioridad del gasto público se dirigirá a satisfacer necesidades muy puntuales, hecho que permite presumir que muchos de los programas anunciados podrán sufrir recortes significativos en sus apropiaciones o aplazamiento de los mismos en su ejecución. Por nuestro bien ojalá ello no ocurra.
No obstante, debemos confiar en la buena fe del presidente Duque. Si demoró su ejercicio de autoridad en relación con los bochornosos hechos del paro, le quedan un poco más de 9 meses de tiempo a su gobierno para que empecemos a ver las tangibles ejecutorias anunciadas.
