Han sido semanas alegres para los amantes del fútbol. En mi caso, un mes cargado de Copa América y Eurocopa es el antídoto perfecto para conllevar el vaivén de emociones que genera emprender en tiempos de crisis.
Esta semana pude disfrutar con mi padre del España-Francia, y tras el golazo de Lamine Yamal, entramos en la discusión sobre el porqué los jóvenes en Europa reciben la confianza de afrontar este tipo de partidos, mientras en Colombia sería impensable.
Lamine Yamal, con apenas 16 años, está resaltando en el Barcelona y en la selección absoluta de España. Por el contrario, en Colombia, ver a un jugador menor de edad en la selección nacional es una verdadera rareza. Pienso que esta tendencia, más allá de ser una cuestión de madurez de los futbolistas, puede estar arraigada en nuestra idiosincracia y la confianza que depositamos en los jóvenes.
En Europa, promesas como Mbappé o Rooney también irrumpieron en la élite del fútbol durante su adolescencia, recibiendo la confianza para afrontar grandes retos. Hoy Mbappé, con 25 años, es campeón del mundo y capitán de la selección francesa. Por contraparte, en Colombia, talentos como Kevin Mier, Jhon Durán, o Yáser Asprilla, pese a mostrar un alto nivel competitivo, no reciben las mismas oportunidades.
¿A qué puede deberse esta diferencia?
Comúnmente escucho el argumento de que los futbolistas europeos poseen una mentalidad superior, justificación que para mí ha perdido fuerza en esta era del acceso global a la información. Casos como los de Mario Balotelli o Quaresma demuestran que la falta de madurez no es exclusiva de los latinos. La madurez y la estabilidad están sujetas a mucho más que el simple lugar de nacimiento, predominando factores como el ejemplo, las experiencias vividas y las oportunidades recibidas. Esto lo vienen entendiendo cada vez más en Ecuador, para la muestra fíjense en Kendry Páez.
Pese a que algunas personas insistan en desacreditarlo, la realidad es que el deportista colombiano ha validado su madurez mental en escenarios internacionales. Somos uno de los países que más exporta futbolistas a todo el mundo, una muestra de que nuestros jóvenes sí están preparados para triunfar fuera. Sin embargo, esta exportación masiva también refleja la falta de oportunidades y confianza en los talentos dentro del país.
Como persona joven, he sentido que muchas veces se subestima o no se confía en nosotros hasta que alcanzamos logros significativos, pero la confianza es fundamental en la etapa de construcción, e innecesaria cuando ya nos hemos validado.
Nuestros jóvenes futbolistas, al igual que sus similares en Europa, están listos para asumir retos más complejos de los que imaginamos. Es momento de dejar de sobreproteger a la juventud y permitirles demostrar su valor en el campo.
Al fin y al cabo, la madurez y la experiencia se forjan en la competencia, no en la espera.
Con el aroma de un café Entorno los saludo,
Santiago Ospina López.