Por Margarita Suárez
Pablo Escobar quería ser presidente de Colombia y dos huilenses lo impidieron. Su estrategia estaba bien armada. A su lado tenía entre otros al gran orador y líder liberal del Tolima, Alberto Santofimio Botero, quien le allanó el camino para llegar a la Cámara de Representantes. Contaba con su propio equipo de comunicaciones liderado por reconocidos periodistas y por la gran figura de la televisión, Virginia Vallejo. La gente de las comunas lo adoraba porque regalaba casas y prometía muchas cosas. Los politiqueros lo veían como un cajero automático para sus propias pretensiones. Pablo era amado por artistas internacionales que ganaban millonadas en las fiestas que organizaba para agasajar a poderosos. Algunos vividores estaban obnubilados con su gigantesco capital. Los dólares del narcotráfico rodaban a mares. Cuando Pablo ya se sentía el patrón, apareció el héroe y patriota huilense, Rodrigo Lara Bonilla, quien siendo ministro de Justicia desenmascaró a Escobar y con sus denuncias arruinó la carrera política del monstruo. De no haber sido así, hoy “Don Pablo” sería candidato presidencial favorito en las encuestas, con el cuento que ya era bueno. Al narco lo recibían en eventos públicos como a un futuro estadista. No perdonó a quien lo “calumnió”, ordenó su asesinato, que se perpetró el 30 de abril de 1984 a la 7:18 pm en la avenida 127 de Bogotá, cuando sicarios de Escobar lo acribillaron en su carro. Conducía la moto usada para el crimen, Byron de Jesús Velásquez, 18 años, mientras Iván Darío Álvarez Guisao, 32 años, drogadicto, 45 kilos de peso, disparó sobre el vehículo y la humanidad del ministro, 25 balas de 45 mm. Falleció de manera instantánea el hombre que ofrendó su vida por salvar a la humanidad del monstruo que se enquistó en el país político y quería ser nuestro presidente. El asesinato produjo una reacción muy fuerte contra Escobar, desde luego tardía. Después, tras un arreglo, Escobar recibió una especie de amnistía que le permitió tener su propia cárcel. Se descubrió que continuaba sus andanzas y terminó huyendo hasta que el Bloque de Búsqueda comandado por un huilense, el general Octavio Vargas Silva, lo dio de baja. Nuestra juventud debe conocer esta historia que dejó una gran lección.
