Luis Humberto Tovar Trujillo
Hay dos episodios en la vida nacional, con consecuencias anunciadas también, una especie de iter criminis, que venimos viendo, y de los cuales somos víctimas, siempre por decir la verdad, y eso ha traído consecuencias funestas en todos los órdenes.
Se advirtió, y se afirmo hasta la saciedad, sobre las consecuencias que le traería a Colombia, la aprobación un plebiscito; siempre se dijo que era el mas descarado lavado de dinero de la narcoguerrilla de las FARC, porque se estaba haciendo una negociación con el narcotráfico; de paz nada, ni por el forro.
Hoy, vemos con total evidencia, que esa tal paz, no fue, ni es y seguirá siendo una mentira, para nuestra vergüenza nacional e internacional.
Simplemente fue una estrategia delincuencial para hacerle un favor al narcotráfico instalado en la guerrilla, y que vemos ahora con el cuento de la “paz total”, como se dice popularmente, “la misma perra con distinta guasca”.
A tanto ha llegado el cinismo, sobre la legalización del narcotráfico a través de ese acto delincuencial del acuerdo, que Santos en la plenaria de ONU dijo que le anunciaba al mundo que “la guerra en Colombia ha terminado”.
No he podido dimensionar el cinismo de este exagente del estado, para pronunciar semejante sentencia, que antes que ser justa, es la mas grande, y grave aberración fraudulenta sucedida, pero ahí no ha terminado ese itinerario.
Ahora ante el fracaso de ese acto fraudulento, se inventaron los mismos con las mismas, otra aberración a la vista. La “Paz Total”.
Es la cuna de la corrupción; la consolidación de esta, como el núcleo esencial de la nueva y repetida aspiración narcoterrorista, para repetir, recuperando, a los disidentes de ese proceso, hoy consentidos por Maduro, y también el ELN.
Al decir de muchos analistas, mas de lo mismo, por la coincidencia “feliz” con el narcotráfico, como parte de esa legalización.
Nos convertido en la cuarta nación más corrupta del planeta –por detrás de Siria y los Estados fallidos Somalia y Sudán del Sur, según Transparencia Internacional–.
Ese funesto honor lo deben a los dirigentes chavistas, empezando por el fallecido Chávez y su siniestra familia. Son igual de delincuentes y atracan con idéntica avaricia a Venezuela.
Solo que PDVSA, incluso arruinada como está, sigue siendo la única empresa estatal que genera importantes ingresos y de ahí la necesidad de arrebatarle el botín a Tareck El Aissami.
De ahí las visitas de Petro a Maduro, para seguir el itinerario de atraco del socialismo del siglo XXI, como segunda advertencia.