EL RINCÓN DE DIANA
Por: Diana Montes
A estas alturas, negar el cambio climático y su origen antrópico está al nivel de afirmar que la tierra es plana: solamente tiene como causa la ignorancia de la persona que emite esa opinión. Según la Organización Meteorológica Mundial de la ONU (NOAA, por sus siglas en inglés) y la NASA, el año pasado fue el año más caluroso de la historia registrada. Y, según las proyecciones, este año en curso va a superar al anterior. Aparte del calentamiento global originado en el efecto invernadero como consecuencia del uso de combustibles fósiles y sus emisiones a la atmósfera, se ha sumado el Fenómeno del Niño (es decir, el calentamiento cíclico del Océano Pacífico), lo cual reduce ostensiblemente las precipitaciones (lluvias) que hacen parte de los mecanismos de regulación climática.
La verdad es que el calentamiento global ya es una realidad: ya ha expirado todo plazo para tomar cualquier medida como humanidad en pos de evitarlo. La transición energética, la construcción de ciudades y de una producción agropecuaria ecosustentables, no solamente son necesarias, sino urgentes. Ya no para evitar el cambio climático, sino ahora para mitigarlo lo que más se pueda.
Una de las consecuencias directas de todo este panorama semi-apocalíptico ya las estamos viviendo en nuestro departamento cafetero, y especialmente en nuestro municipio de Garzón: la falta de lluvias ha afectado gravemente los cultivos de café, lo que ha generado una crisis financiera en las familias cafeteras, lo cual tiene consecuencias graves en nuestras economías locales. Además de los cultivos, hemos visto cómo los embalses de las represas del departamento han bajado niveles críticos, poniendo en peligro la seguridad energética de los huilenses y también del país.
Es necesario que nuestros mandatarios pongan en el centro de todas las políticas públicas esta problemática ambiental y nosotros como ciudadanos aportemos con amor y respeto a la protección de nuestro medio ambiente. Me preocupa sobremanera el mundo en el que vivirán nuestros hijos. ¿Será que tendrán una versión similar a la película Mad Max, o les legaremos un planeta en el que la vida humana no sea un infierno en la tierra?
