Alfonso Vélez Jaramillo
El título de la columna es una motivación para ventas, pero si miramos el fondo, cae como anillo al dedo para interpretar la situación del paro de taxistas en todo el país.
Primero, son justas las reclamaciones del gremio frente al ineficiente Estado colombiano para garantizar los principios y derechos constitucionales.
Segundo, no hay control y regulación de las plataformas digitales de movilidad que inquietan el transporte legal que paga sus impuestos y genera desarrollo y riqueza en Colombia.
Comprensible la inconformidad del gremio transportador por el encarecimiento del costo de la gasolina frente a las tarifas mínimas de cada carrera, sin contar el costo de la canasta familiar que nos afecta a todos y los taxistas no son la excepción.
No podemos satanizar ninguna protesta, las huelgas y paros han mercado el perfeccionamiento de la dinámica social y contribuido a mejorar las condiciones económicas, sociales y políticas de la humanidad.
Además, es un derecho constitucionalizado en nuestro país. Con todo, creo que los taxistas y las empresas, se equivocan, porque no están aplicando la insoslayable vocación de servicio, recurriendo a la exclusividad para mejorar su situaciones comerciales y laborales.
Señores, deben mejorar el servicio, y como el título de la columna “Las cosas buenas se venden solas”, la gente los buscaría siempre, si tienen sus vehículos en buenas condiciones, conductores aseados, ojalá con uniforme, serios y honrados que generen confianza, aquí comienza la competencia leal.
Los taxistas se dejaron tomar ventaja y están perdiendo la oportunidad única frente a la demanda de transporte legal, seguro y de calidad, cuando decidieron no hablar con el gobierno, pese a que el presidente Gustavo Petro, les dijo “En mi gobierno no hay falta de garantías”, y los invito a dialogar.
Este es el momento oportuno para reformular con el dialogo algunas de las cargas impositivas, impuestos de rodamiento, de renta, pólizas de seguridad civil, revisiones, SOAT, el pase para servicio público, matriculas en empresas, los impuestos de ICA y los precios de los cupos que pueden llegar hasta 120 millones de pesos, según la ciudad y otros temas relacionados.
Sin embargo, se han quedado cortos en lo principal: mejorar el servicio que es lo que reclama la gente. Los taxistas son “la primera línea” para llegar a cualquier parte, pero no tenemos conductores educados.
Claro está, no todos y son muy pocos los que sacan la cara con cultura, educación, presentación, honestidad y convencimiento de prestar un servicio.
De noche da terror montarse a un taxi, muchos huelen a marihuana y otras substancias, igual que con el mal llamado mototaxismo y hay casos en los que estos son aliados de los atracadores, cuando no son ellos mismos, es decir, estos sí representan un peligro para todo el que requiera su servicio.
Particularmente he visto a taxistas robar y atracar de frente y los compañeros para no involucrarse se alejan del lugar, no tienen el valor civil de denunciar estos hechos para mejorar la imagen del gremio.
Muchos de ellos no prestan el servicio con atuendo adecuada, van en pantaloneta, chanclas, bardados y sin bañarse, además no respetan las tarifas, por cuya razón no es raro ver constantes enfrentamientos con machete, garrote y bala, simplemente porque no hay control.
No es solo conducir y llevar a los pasajeros a su destino, se demanda de mucha cortesía con las personas, conocimiento de la ciudad y moderación para sortear cualquier peligro en las calles, es decir las cosas buenas se venden solas.
