Diario del Huila

Las izquierdas y el feminismo

Abr 20, 2023

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POR: FLORENCE THOMAS

Una relación más que compleja. Claro, lo que vivimos en los años 60, 70 y 80 en la universidad no se puede comparar con lo de hoy. En esos tiempos no se hablaba de perspectiva de género y, aun cuando algunas de nosotras ya gritábamos en la carrera séptima “democracia en el país y democracia en la casa”, esto todavía no tenía vigencia ni inquietaba demasiado a la mayoría de nuestros compañeros.

Además, en esa época, se vivían los gloriosos tiempos de la lucha de clases que difícilmente lograban incluir en sus reivindicaciones la más tenaz y prolongada discriminación, la de las mujeres del mundo. Ante estos patriarcas de las izquierdas ortodoxas de aquellos tiempos, el trabajo fue monumental.

Las burlas hacia aquellas mujeres valientes que ya se nombraban feministas eran pan cotidiano, y nos esperaban muchas hogueras simbólicas. Como lo anota Lucy Garrido, una reconocida feminista uruguaya, en esos tiempos se podía tener un pensamiento global progresista y al mismo tiempo una práctica reaccionaria en cuanto a derechos de las mujeres, y muy específicamente cuando se hablaba de políticas sexuales.

Conocí a muchos hombres, intelectuales y académicos brillantes, atados casi genéticamente a una cultura patriarcal aun prácticamente intacta. Y una doble moral sexual reinaba usualmente sin reparo. Estos hombres de mi generación –o sea, los que hoy rondan por los 70 o 80 años– vivían tranquilos. La solidaridad entre machos, o el mandato de masculinidad, como lo llama la antropóloga Rita Laura Segato, aún no vacilaba.

Las mujeres seguían expropiadas de una politización de su existencia que apenas se construiría tímidamente en la década de los 90 y muy particularmente gracias a la declaración de los derechos sexuales y reproductivos como derechos fundamentales.

Hoy podríamos pensar que es difícil ser de izquierda y, por ejemplo, no apoyar la legalización total del aborto. Sin embargo, muchos políticos en campaña prefieren no agitar las aguas, por las dudas de que el tema les reste votos. El pacto de los viejos patriarcas se encuentra algo fisurado, pero aún resiste.

¿Cuántos hombres, políticos, artistas, docentes o intelectuales, cayeron por el #MeToo en Colombia? Demasiado pocos, creo yo, y lo que sí es evidente es la resistencia de ese pacto entre hombres, silencioso pero edificado con cemento y que se ejerce en el universo de la política, de las universidades, de las grandes empresas, de la cultura y que permite un eterno silencio en el campo de las violencias intrafamiliares y sexuales.

La izquierda contemporánea se ha olvidado de que el objetivo primero y último de hacer política de izquierda es también transformar las relaciones sociales actuales entre hombres y mujeres y acortar la distancia entre lo público y lo privado. Las feministas de hoy no podemos quedarnos silenciosas ante los abusos que les niegan un estatus político a las mujeres. Esperamos mucho más.

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