Por: Carlos Tobar
Fue un domingo movido, fue un domingo caliente. Decenas de miles de ciudadanos en muchas ciudades del país se movilizaron para levantar su voz de protesta contra un gobierno que “no los representa”. Están molestos por, según ellos, políticas equivocadas que les hacen daño: salud, pensiones, laboral, …, que se quieren imponer a la fuerza. Además, los enerva que el presidente pretenda, como ha propuesto, convocar una Asamblea Constituyente para “perpetuarse en el poder”.
Peligrosa interpretación que, no nos digamos mentiras, ha propiciado el mismo gobierno. Es una confrontación abierta entre, al menos, dos sectores extremos de la política nacional: el uribismo y el petrismo. Dos posiciones ideológicas que “se parecen mucho”, según lo explica el jurista y columnista de El Espectador, Rodrigo Uprimny.
Hay que empezar por reconocer que las movilizaciones ciudadanas del pasado domingo fueron multitudinarias. Que los asistentes no solo fueron los seguidores de los partidos de extrema derecha, Centro Democrático y Cambio Radical. Una amplia gama de sectores ciudadanos que no comulgan con esos partidos y sus posiciones, se movilizaron para denunciar las equivocadas políticas que, por ejemplo, en el sector salud, ha implementado el gobierno.
La arrogancia, la ignorancia, el desenfoque en la discusión de una reforma “radical” al sistema de salud colombiano, ha sacudido no solo a pacientes, sino al personal de salud, incluyendo al gremio médico en todas sus especialidades.
Otro factor que mueve a los protestantes es la sensación de desgobierno que agobia a la ciudadanía. La inseguridad urbana y rural creciente, por el fracaso de la “Paz Total”, principal política del gobierno Petro, tiene con los pelos de punta a habitantes de todos los rincones del país. Las dificultades de sectores importantes de la economía: comercio, vivienda, industria, …, fuentes básicas del empleo. El desbordado costo de vida con una inflación que, aunque ha disminuido, continúa sin control, propiciada por los altos precios de los combustibles y la energía. Situación de parálisis que no recibe del gobierno la atención que merece con políticas económicas contracíclicas que dinamicen las actividades productivas.
Pero, a mi juicio, lo más preocupante es la falta de sindéresis en el manejo de una situación de polarización política y social que puede desembocar en confrontaciones, incluso violentas, que pongan en peligro la estabilidad de la sociedad y conduzcan al quebrantamiento del acuerdo social consignado en la Constitución de 1991.
Un acuerdo que es vital. Sin él, alcanzar la unidad nacional necesaria para transformar la sociedad colombiana conduciéndola hacia una era de prosperidad que, implica definir nuestro propósito de desatascar las fuerzas potenciales de creación de riqueza para generar miles y miles de empresas que nos ofrezcan trabajo, miles y miles de empleos, que garanticen los proyectos de vida de todos los colombianos. Será otro fracaso social de las dimensiones de la Violencia de mitad del siglo XX o, las guerras del narcotráfico en las que llevamos sumidos más de 50 años.
Neiva, 22 de abril de 2024
