Por: Luis Humberto Tovar Trujillo
La diferencia real, entre la civilización, y la no civilización, se refleja en la forma de protestar.
Haber salido a protestar, en las condiciones realizadas el 26 de septiembre, demuestra los altos niveles de civilización cultural de los manifestantes, sin atentados a la economía, menos aún, a las autoridades legítimamente constituidas.
Las otras, de reciente insuceso, dicen lo contrario, solo destrucción, ruina, miseria, atentados contra la economía, contra la gente buena y trabajadora del país; irrespeto total, contra lo que significa el orden, y la autoridad.
Hoy el país, respira aires nuevos, es el principio del itinerario que lo llevara a la reconquista de las instituciones legítimamente establecidas, y que les fueron prestadas a la extrema izquierda radical, destructora y aniquiladora de todo lo bueno, porque en ellos no se concibe lo bueno sino para destruirlo, porque, además, nunca han construido nada bueno; la bondad no es para buenos; la grandeza no se hizo para minusválidos mentales.
Se necesita ser descerebrados, para poder creer que, solo destruyendo una democracia, se construye otra; las democracias se persiguen para instalar dictaduras.
Esas dictaduras nugatorias de cualquier derecho humano; esas, donde la extrema izquierda irracional, por lo radical, que es de su esencia, acuden a la violencia, con discursos fraudulentos, para engañar a la sociedad, y a incautos
mentales, haciéndoles creer que destruyendo, sin valorar la bondades de lo destruido; porque solo conciben la expresión aniquilar lo existente, porque sí, como única razón, pero en el fondo, buscan la miseria para sobrevivir sin
trabajar, como razón, para someter a los ciudadanos, esperando las migajas que caen de la mesa del rico Epulón torturador y asesino.
Las marchas, han demostrado a ciencia cierta, el enfrentamiento entre la
civilización y la barbarie.
La civilización, que nos hace ver ante el mundo, como lideres del progreso,
somos interlocutores validos ante las autoridades mundiales para un mejor
futuro; contrario a la barbarie, que nos hace ver ante el orbe, como vergüenza
de nuestra sociedad.
El mundo se esconde, para no ser referenciados por los lideres de la barbarie y
la destrucción.
Esa demostración de civilidad con la marcha reciente, es un mensaje definitivo,
para que nuestra sociedad entienda, que es mejor lo bueno conocido, que lo
malo por conocer; un gobierno que, en escasos mes y medio, ha logrado reunir la otra mitad en contra, demuestra que se preparo para destruir, y no para
gobernar.
O nos civilizamos o nos aniquilan; es el gran reto de nuestra sociedad agobiada
y doliente.