Algunos amigos se preguntan la razón para que en mi anterior artículo me atreviera a proponer, con motivo de la reunión que tuvieron el miércoles anterior el expresidente Álvaro Uribe y el presidente Gustavo Petro un acuerdo sobre el futuro de Colombia, que incluya las reformas sociales y demás cambios estructurales que necesita nuestro país, sea por medio de un referendo, plebiscito, asamblea constituyente, u otro instrumento legal en donde el gobierno y los partidos pongan sus cartas sobre la mesa, en todo sentido. Ya vimos que el congreso de la república no es el organismo interesado en las reformas. El congreso se asemeja a un juego de baloto.
Personalmente estoy convencido que, lo que menos le interesa a Gustavo Petro son sus proyectos de reformas sociales. Le importan un bledo, porque sabe que en el congreso se las van a recortar y, conociendo su soberbia, no las necesita a pedazos, sino completas.
La invitación al presidente Álvaro Uribe y a los demás partidos políticos de oposición no pasa de ser un acto de cortesía, envenenado, pues el gobierno del Pacto Histórico se llenará de razones para echarles la culpa que las reformas se hundan, o sean recortadas por la oposición, e intentara sacarlas después a la fuerza, o a la brava, que es lo mismo.
Sin embargo, como se dice en el argot popular, ya metido en gastos políticos, Petro está en la obligación de hacerles el juego a los partidos de gobierno y a la oposición, para mostrarse como víctima del sistema.
¿Me pregunto si la visita del presidente Petro a Venezuela, antier, para conversar con su par, el dictador Nicolas Maduro, tiene algo que ver con lo que se avecina?
De igual forma, tampoco lo trasnocha su política de paz. Esa tarea lo tiene sin cuidado. No existe otra razón para demostrar esta afirmación, distinta a lo que vemos a menudo, el desmantelamiento de la fuerza pública, ya que en menos de 18 meses de gobierno 60 generales han sido dados de baja, con lo que podríamos afirmar que nuestras fuerzas armadas y el otrora glorioso ejército nacional han quedado en manos de militares de rango medio y bajo.
El ejecutivo se ha propuesto a debilitar las fuerzas militares y a fortalecer a los grupos insurgentes. Con eso no más, nos llevan ya mucha ventaja.
Lo más grave y la gran debilidad que tiene el sistema democrático de Colombia, paradójicamente, es la enorme cantidad de partidos políticos que tenemos, 34, la mayoría de garaje, frente a un solo partido o coalición de lo que ellos llaman la Colombia Humana. Esa es la otra carta bajo la manga que tiene el gobierno y la debilidad conceptual de los partidos tradicionales, Liberal y conservador y sus protagonistas en los últimos 32 años, a quienes vemos como los responsables de esa debacle institucional. Por esas razones, y por otras que seguramente habremos de analizar más adelante, es que políticamente hablando lo recomendable sea plantear un acuerdo nacional para encuadernar al pais. Encuadernarlo política, económica y judicialmente, y eso se logrará, si y solo si, se convoca al pueblo para que decida. Julio Bahamon.
