Las torres Champlain de Miami Beach, pasarán a la historia como ejemplo de absoluta negligencia e irresponsabilidad. Desde hacía años, el deterioro del edificio era aparente; las quejas de algunos propietarios, hechas por escrito, están en récord, algunas incluyen fotografías de muros fracturados, filtraciones, humedades, óxidos y otros daños que, en general, nunca fueron atendidos.
A comienzos del 2021 el edificio no pasó la inspección de los 40 años, que exige la ciudad. Los arreglos obligatorios y urgentes que debieron hacerse, no se hicieron debido al covid-19. Hoy solo se oyen excusas y excusas, pero la realidad es que el peligro fue ignorado, nadie actuó, y el resultado es la más horrenda catástrofe sucedida en la historia de Miami.
La torre Champlain Este, localizada en un lugar paradisiaco, sobre las playas de Surfside, al norte de Miami, rodeada de palmeras, ficus y poncianas, a pocas cuadras de Bal Harbour, elegante centro comercial, se derrumbó como una torre de naipes, a la 1:25 am, de junio 24, mientras sus habitantes dormían. Nadie había tomado en serio, ni había arreglado, las múltiples fallas detectadas en la estructura del edificio desde hacía tiempo.
La torre oeste quedó en pie, semidestruida, con muebles, ropa y toda clase de artículos familiares a la vista, como un esqueleto con sus tripas vomitándose por sus balcones en ruinas. ¡Algo espeluznante!
En la noche del 4 de julio vimos la implosión de los restos de la torre oeste, ordenada por el gobernador, por el riesgo que presentaba de colapsar en cualquier momento, especialmente si el huracán Elsa, que se aproximaba, pasaba sobre Miami.
Por orden de un juez a nadie se le permitió entrar a la torre oeste a sacar sus pertenecías; allí quedaron fotos y recuerdos atesorados, para muchos lo más valioso. Allí quedaron joyas amadas, documentos, ropa, muebles, computadores y teléfonos, en fin, todo lo que la noche de la tragedia no alcanzaron a sacar sus moradores; inclusive sus mascotas, canarios, loros, gatos, sus compañeros y amigos.
Daniella Levine, alcaldesa del condado de Miami, informó que se han encontrado 90 restos de cadáveres, de los cuales 63 víctimas han sido identificadas. Quedan aún docenas de desaparecidos. Informó también que 30 toneladas de concreto han sido retiradas del sitio y que el Instituto de Estándares Tecnológicos continúa su investigación sobre cuáles fueron las causas del derrumbe.
Ya no se espera encontrar a nadie con vida, pero no habrá descanso hasta encontrar a todas las víctimas para que las familias puedan hacer su duelo.
Hay pánico entre los propietarios de los condominios vecinos, en especial los de una torre gemela a la colapsada; todos construidos aproximadamente en los años 80, con los mismos métodos y materiales de construcción. Han sido ordenadas minuciosas inspecciones, en el menor tiempo posible, para garantizar que esta tragedia no se repita.
Se comenta que muchos de estos condominios se construyeron sin mucha atención a las especificaciones, con la intención de “lavar” dólares del narco tráfico, tan abundantes en el Miami de los 80.
Hay un impresionante silencio en el lugar, donde solo se oye el ruido de las máquinas que hurgan los escombros en busca de cadáveres. El vecindario se ha llenado de muros con retratos de los desaparecidos. Miami se ha cubierto de tristeza.