Luis Alfonso Albarracín
Para escribir estas líneas relacionadas sobre el tema de las vacunas, he consultado algunos resultados de investigaciones que se han generado en Centros de Investigación de varias universidades a nivel internacional. Igualmente he consultado con las autoridades sanitarias del departamento y a varios galenos de la medicina. De pronto al expresar mi opinión, les pido disculpas al sector de la salud y les solicito que me corrijan para comentarlo en las próximas columnas de opinión, que publico semanalmente en el primer medio de comunicación escrito y ahora virtual del surcolombiano.
Estuve indagando el tiempo de duración de la inmunidad de las personas vacunadas contra el Covid. Entre 4 y 6 meses es el periodo de protección de cualquier ser humano que se someta a este procedimiento de prevención. Y las personas que han sido contagiadas y que hayan superado esta enfermedad mortal, aproximadamente 8 meses dura la inmunidad a este virus mortal, aunque ha habido casos, donde se repiten de manera anticipada dichos contagios.
Por lo tanto, es meritorio el esfuerzo que ha venido realizando las autoridades gubernamentales para adquirir las vacunas y empezar la vacunación masiva entre la población de acuerdo con el Plan Nacional de Vacunación. Puedo inferir que una vez terminen los primeros sectores poblacionales en el país, durante el último trimestre del presente año, nuevamente estarían expuestos a ser afectados por este virus mortal, que ya empieza a mutarse en otras cepas.
Lo que, si es cierto, es este tema de las vacunas, se ha convertido en el mejor negocio de las empresas multinacionales farmacéuticas, reflejando importantes tasas de ganancia en las acciones de las bolsas de valores, donde cada vez se cotizan a niveles más altos. Muchos expertos consideran que esta crisis sanitaria, se ha convertido en la tercera guerra mundial, donde han fallecido más de 2,2 millones de personas y se ha presentado una disminución en su dinámica productiva. Esta guerra es biológica. Un bicho invisible, creado en laboratorios, está generando este caos sanitario, que sigue amenazando la supervivencia del mundo.
En el país, esperamos que el tema de las vacunas no se convierta en un instrumento electoral. Conociendo de antemano la mecánica como se desenvuelven las justas electorales, no quiero imaginarme siquiera que algunos exponentes de la política tradicional vayan a convertir en un botín el tema de las vacunas. Ya no se repartirán dineros calientes, tejas, bultos de cemento, mercados, promesas de contratos y nombramientos, sino que se empezarán a ofrecer órdenes de vacunación, con el ánimo de ganar su confianza electoral.
Por tal motivo, se requiere pensar en el bienestar de todos los colombianos y no con estridencia y ligereza electoral. Hay que reiterar que estamos ante un bien sanitario y no, como algunos pretenden, ante un botín político. Debe continuarse con la disciplina ciudadana, el autocuidado, tener conciencia de los protocolos de bioseguridad. Si éstos no existen, el único ganador será el virus. Y finalmente, la muerte.