A principios del año pasado la Universidad de los Andes, y la Wildlife Conservation Society, inauguraron la denominada Cátedra Nuestro Futuro. Fue la primera cátedra abierta del Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe (CODS), y por la Wildlife Conservation Society contó con la intervención magistral de Cristián Samper, su director ejecutivo. Una de tantas conclusiones del evento, fue el reto de construir conocimiento y ser parte del diálogo social para construir nuevas políticas públicas que generen cambios en la crisis ambiental que estamos viviendo.
Otra reflexión giró sobre la forma en la que estamos percibiendo el cambio climático. Y se concluyó que en esencia, el mundo no cambia, pero sí los modos de pensamiento. Al respecto se dijo “Es cierto, que han aumentado las emisiones de gases efecto invernadero y que la humanidad está perdiendo su biodiversidad por una aceleración económica que parece resultar insostenible”. Pese al modelo de desarrollo sostenible, que adoptó Colombia con la Constitución Política, es cierto que las afectaciones ambientales continuaron.
La intervención de Cristián Samper inició recordando que tenemos un solo planeta. Ciertamente en la historia de la humanidad, hemos pasado de ser recolectores, cazadores y agricultores para llegar después a un estadio de desarrollo en el que el conocimiento, el crecimiento demográfico y el uso de la naturaleza han crecido exponencialmente. En 2050, podríamos ser 10.000 millones de humanos habitando el planeta; el mismo, de décadas atrás; el mismo, con la misma oferta (incluso menor). Y sin embargo, la demanda sobre los recursos naturales cada año aumenta y hoy tan solo el 23% de la superficie del planeta permanece intacta. El 77% restante ha sido intervenida por todos nosotros y nuestros antepasados. “Por todo esto, por primera vez en la historia, los líderes mundiales coinciden en que las cinco amenazas más graves en el mundo son, todas, de carácter ambiental”.
El experto de la Wildlife Conservation Society planteó varias causas directas e indirectas. En las directas está la transformación, la sobre explotación, las especies invasoras, la polución y el cambio climático. Y en las indirectas los factores demográficos, económicos, sociopolíticos, tecnológicos y culturales. Pero propuso unos pilares para afrontar la crisis ambiental actual: conservación de la biodiversidad, bioeconomía, sistemas productivos y alimentación, transformación energética, ciudades sostenibles, políticas, instituciones y equidad y no se atrevió a proponer nada para controlar el aumento demográfico. Ni él se atreve a sincerar la causa, el problema y las soluciones acuciosas. Insistimos: falta valor institucional y social.