Por: José Eliseo Baicué Peña
Cuando Raskólnikov mata a la vieja usurera en Crimen y Castigo, cuando Emma Bovary se traga el arsénico, cuando Anna Karenina se arroja al tren y Julián Sorel sube al patíbulo, y cuando, en El Sur, el urbano doctor Juan Dahlmann sale de aquella pulpería de la pampa a enfrentarse al cuchillo de un matón, o cuando advertimos que todos los pobladores de Comala, el pueblo de Pedro Páramo, están muertos, el estremecimiento es semejante en el lector que adora a Buda, Confucio, Cristo, Alá o es un agnóstico, luzca corbata, chilaba, kimono o bombachas.
La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez, tal cual como lo describe el nobel peruano Mario Vargas Llosa.
Sin embargo, según la UNESCO, de los 8 mil millones de personas que habitamos el planeta, 773 millones son analfabetas, de los cuales la mayoría es de sexo femenino, y cerca de 100 millones de niños en edad escolar se encuentran fuera de las aulas por diversas razones.
Desde esta perspectiva, enmarcada por la pobreza extrema, la inequidad y la falta de oportunidades para acceder a una educación digna, la misma UNESCO, el BID, el Banco Mundial y la CEPAL, han señalado que en los nuevos escenarios mundiales dominados por la globalización, la competitividad, la alta tecnología y la información, la educación y la lectura, se constituyen en los pilares estratégicos del desarrollo de las naciones. ¿Será hará realidad?
Casi siempre, el desarrollo de un país, los asociamos solamente con lo económico, los ingresos per cápita y por el producto interno bruto, cuando deberíamos proyectarlo, en plena sociedad del conocimiento, como Producto Interno Inteligente.
Estoy convencido de que una formación con una fuerte dosis de lectura trae consigo el verdadero desarrollo social, cultural y económico. Pues no debemos concebir el desarrollo sin libertad. No es libre quien no tiene información, ni la capacidad de trasformar la información en conocimiento y el conocimiento en sabiduría, que como escuché alguna vez, la sabiduría no es otra cosa que la capacidad de aplicar el conocimiento en la vida diaria.
Recordemos que a mayor lectura se generarán más oportunidades para la gente y, por supuesto, el PII aumentaría considerablemente desde otras aristas.
