Por: José Eliseo Baicué Peña
Neiva con su tradicional calor, es una ciudad que marcha a buen ritmo en sus dinámicas comerciales, gubernamentales, académicas, culturales y demás actividades. Neiva es epicentro de desarrollo del surcolombiano.
Claro, como toda población, tiene sus fortalezas y debilidades, sus proyectos y sus compromisos.
Y, a propósito de compromisos, el gobierno departamental y municipal, no debe olvidar que es preciso tomar medidas en cada uno de los momentos y épocas especiales que se vive.
Por ejemplo, ya comenzó la temporada de lluvias, tan esperada por todos, citadinos y rurales, la cual, según pronósticos del Ideam, será durante noviembre y gran parte de diciembre.
No obstante, se observa que no hay medidas preventivas ni de contingencia. La semana que acaba de concluir, el microcentro y muchos sectores de la ciudad vivieron un completo caos vehicular generado por las lluvias, lo cual produjo demoras en las tareas de los neivanos.
Los huecos se llenaron de agua y se convirtieron en trampas para los conductores, el sistema de semaforización se averió, los guardas de tránsito no aparecieron, tal vez, no quería mojarse. La policía tampoco se veía.
Como si fuera poco, las empresas de taxis no respondieron las angustiosas llamadas telefónicas de los usuarios, los domiciliarios brillaron por su ausencia, y la intolerancia apareció. Sí aparecieron tapas de alcantarillas fuera de su lugar, vías cerradas, y busetas atiborradas irrumpiendo y violando las normas de tránsito.
¿Acaso los guardas de tránsito solo están preparados para imponer comparendos y hacer retenes? ¿Acaso la policía solo aparece para dar seguridad a los grandes dignatarios y políticos cuando visitan la ciudad?
Ojalá, se tomen medidas en adelante, porque de seguir así, la crítica situación descrita podrá incrementarse y generar muchas dificultades para todos.
Bienvenida la lluvia, pero, que haya planes preventivos y no correctivos. Pues, los segundos son más costosos y traumáticos.
