Por: Leonardo Sanmiguel Benavides
Desde mediados de marzo del 2020 Colombia ha venido atravesando una de las peores crisis de su historia la que en temas de salud quizás podría ser la peor, al parecer nada bueno ha venido dejando este fenómeno nefasto en nuestro país, empleos perdidos, familias pasando cada vez mayores necesidades muchas otras destruidas al perder a sus seres queridos de repente. En definitiva, una crisis social, económica y sanitaria sin precedentes en nuestra nación.
Sin duda alguna las mayores crisis vividas por las naciones durante la historia de la humanidad han permitido que estas evolucionen a partir de tocar fondo, en crisis económicas, sanitarias, sociales y por supuesto de guerras perdidas o ganadas por los países han exigido que las personas mejoren patrones de comportamiento. Es claro como Japón luego de la segunda guerra mundial cerró sus fronteras, pero envió a sus ciudadanos ejemplares a occidente para capacitarse y llevar a su país conocimiento que al final les permitió construir la potencia tecnológica y económica que es hoy en día. Por otro lado, Europa con el plan Marshall programa de reconstrucción del viejo continente liderado por los Estados Unidos permitió salir de esa oscura época para luego unos años después posicionar al país de Norte América como la gran potencia mundial.
Colombia ha sido un país históricamente proteccionista liderado por un grupo pequeño de personas que se han prestado el poder con el único objetivo de mantenerse en él, familias económicamente poderosas que han podido diseñar políticas económicas y sociales que le han permitido al rico ser más rico y al pobre mantenerlo pobre, esto sumado a la guerra con guerrillas y grupos paramilitares han limitado en gran medida el potencial de nuestra nación para ser un país del primer mundo. De la misma manera este modelo político, económico y social se ha replicado en el departamento donde los mismos apellidos “selecto” grupo de familias continúen “liderando” las riendas de nuestro departamento haciendo del Huila un territorio sin industria y foco de corrupción a nivel nacional.
Sin lugar a duda esta pandemia nos ha enseñado que durante muchos años nos hemos equivocado. Hemos aprendido que por el bien de nuestro departamento y nuestra nación necesitamos nuevos liderazgos, de los que ponen los intereses generales sobre los particulares de aquellos que desean construir un departamento con una política económica que permita el desarrollo de industria, del apoyo real y sostenible a los pequeños empresarios, con políticas de protección al medio ambiente cada vez más robustas y sobre todo liderazgos que no dejen a un lado al campesino que nos provee de alimentos, a las madres comunitarias y a toda la población vulnerable de nuestro departamento.