Los berracos del curso
Por: Juanita Tovar Sandino.
Este fin de semana, escuché a cuatro padres de familia contar con profunda tristeza, pero además resignación, la carga que llevan sus hijos encima, por cuenta de unos cuantos niños que arbitrariamente deciden acosar a sus compañeros de clase. Me impresionó ver la cantidad de menores de edad que sufren esta tragedia, pues en una reunión tan pequeña, cuatro familias contaron ser víctimas de este monstruo llamado Bullying.
En nuestro contexto hablar de bullying o matoneo no es una discusión nueva o que se haya incorporado recientemente en los respectivos espacios legales y académicos, de hecho, en nuestro país con la promulgación de la ley 1620 de 2013, que creó el Sistema Nacional de Convivencia Escolar y formación para el ejercicio de los Derechos Humanos, la Educación para la Sexualidad y la Prevención y Mitigación de la Violencia Escolar, se ha abordado el tema desde el punto de vista regulatorio, no es algo nuevo, de hecho esta ley creó una serie de herramientas jurídicas de obligatorio cumplimiento para las diversas instituciones y planteles educativos en los que se deben crear comités de convivencia y protocolos para la atención de situaciones en las que se vean afectados los intereses de los niños, niñas y adolescentes ante la amenaza del matoneo, sin embargo, pese a la existencia de esta norma en nuestro país, los indicadores y cifras muestran que estamos lejos de tener controlada esta problemática.
Colombia, ocupó en el año 2022 el segundo lugar, entre los países latinoamericanos miembro de la OCDE, con mayores casos comprobados de matoneo escolar, después de la Republica Dominicana; siendo uno de los países más azotados, con casos de acoso escolar en el mundo, una trágica realidad que deja mucho por reflexionar, pues es claro que el matoneo escolar siempre ha existido, pero hoy en día gracias a la dinámica actual de la velocidad de la información y la difusión por medio de las redes sociales los desafíos son a toda luz titánicos.
Hoy, una foto compartida en una red social tiene la posibilidad de ser replicada por millones de personas en cuestión de segundos, así mismo, los contenidos difundidos por ciertos influenciadores que sin consideraciones legales ni mucho menos morales, se vuelven tendencia, y en modelo de conducta en cuestión de instantes, hacen que los controles al matoneo escolar sean cada vez más difíciles.
Pero esto no es suficiente, muchos colegios aún siguen siendo permisivos y algunas veces no creen en la versión de los niños, y son flexibles a la hora de atajar con vehemencia cualquier evento de matoneo por pequeño que sea. El evento que les contaba al inicio lo viven niños que estudian en dos los colegios más exclusivos del país, y son azotados por el bullying que les hacen los compañeritos de curso, pero lo más impresionante de todo, es que los papás manifestaron que los directores de curso no hacen mucho, y que sus niños que tienen entre 7 y 10 años, siguen soportando el acoso constante y que incluso, ya no quieren volver al colegio por miedo a ser rechazados y constreñidos por sus propios “amigos”.
Los padres de familia debemos dejar de creer que nuestros hijos son unos santos, no podemos sacar pecho como muchos hacen al decir: “ es que mi hijo es un berraco” porque es el macho matoneador del curso, y por otro lado, las mamás debemos quitarnos la muletilla de: “no te juntes con esa niña, o niño” debemos incentivar el buen trato y la empatía, porque muchas veces los colegios no actúan ni priorizan estos hechos de matoneo.
Una de mis sentencias favoritas es de la sala de casación penal de la Corte Suprema de Justicia, que confirmó la condena por la sala de asuntos penales para adolescentes del Tribunal Superior de Pereira, contra un joven por el delito de actos sexuales con menor de 14 años.
Los hechos motivo de esta decisión judicial se remontan al año 2012 cuando por motivo de un campeonato de waterpolo, llevado cabo en Estados Unidos, un menor de 13 años de edad fue víctima de diversos actos abusivos, que comprometieron su integridad sexual por parte de sus compañeros de equipo, quienes desde hacía tiempo venían aprovechándose de su “bajo carácter”, sometiéndolo a diversos actos de matoneo o bullying entre los cuales, por la fuerza, le bajaron los pantalones y lo sometieron a situaciones y vejámenes brutales.
La defensa del condenado impugnó este fallo cuestionando los argumentos de la Fiscalía para establecer los límites entre bromas pesadas y conductas con connotación sexual y, en especial, “cuáles eran los argumentos en los menores para realizar esa distinción, máxime cuando este tipo de comportamientos eran parte de la “cotidianidad y la dinámica de aquel grupo de jóvenes”.
Sin embargo, para la corte lo que socialmente se denomina bullying o matoneo para el caso concreto, no exonera al condenado de una responsabilidad penal, pues es claro que la intención fue la de violentar los derechos de la víctima, con el único propósito de humillarla, ridiculizarla y pisotear su dignidad para excluirla de un grupo social específico al interior del club de waterpolo.
Hay jurisprudencia suficiente en el país que respalda a las victimas para que los agresores, aún siendo menores de edad, puedan llegar a ser condenados por esos aberrantes hechos. Pero más allá de eso, el llamado es para los padres de familia y para las instituciones educativas, pagar que ningún caso de matoneo, sea pasado por algo cómo una broma pesada o una situación que no merezca la severidad del castigo para los victimarios, tengan la edad que tengan, y así prevenir que en los salones de clase sigan existiendo los “berracos del curso” Rosa vez que según un estudio de la organización internacional Bullying sin Fronteras, realizado en el período 2022-2023, 7 de cada 10 estudiantes de colegios y universidades en el país han sido víctimas de acoso.