Por: Álvaro Hernando Cardona González
En dos columnas criticamos el proyecto de ley, que ya estaba radicado en el Congreso de la República, proponiendo una reforma tributaria. Era incoherente y avizoraba una protesta que ya se sabe que en Colombia es aprovechada para violentar los derechos de las mayorías y causar delitos. Por eso también criticamos al Gobierno Nacional por obtuso al saberlo y actuar en contravía.
También, mucho antes, advertimos que se estaban presentando a consideración del Congreso de la República proyectos de leyes inconvenientes y dejando a un lado reformas que llenas de sentido común propugnarían por el bienestar general. Pero no imaginábamos que había una muy bien orquestada organización aprovechando la protesta legítima, para tumbar al Gobierno Nacional o forzarlo a imponer un estado excepcional que justifique aún más protestas violentas y aumento del delito.
¿Quién explica que gente que dice tener hambre o estar desempleada puede cerrar vías durante más de un mes sin problemas? ¿Quién explica la coordinación entre politiqueros, áulicos, algunos sindicatos, y bandas organizadas de narcotraficantes (en el Cauca), del Eln y de las Farc para impedir diálogos y aumentar la violencia? O, para no alargarnos, ¿quién explica que luego de haberse retirado del Congreso la reforma Tributaria y luego la de la Salud, ahora sigamos con “otros temas de protesta” diferentes e inacabables para hacer interminable la protesta, impedir que el Congreso legisle para lo que solucione tanta cosa o impida que el gobierno ejecute para satisfacer lo que se solicita?
Las protestas empezaron como legítimo ejercicio de los derechos ciudadanos, pero se han tornado en un evidentísimo movimiento de violación de derechos. Hoy quienes atropellan los derechos de las mayorías son quienes protestan con violencia y causan delitos.
Circula en redes sociales el hashtag #bumerang, para señalar que lo que politiqueros buscan al alentar estas protestas, a sabiendas de en qué se han convertido, se les está devolviendo. Esos, que hace rato se quitaron su máscara y sobre todo aquellos que pudiendo legislar no lo han hecho y han usado las protestas legítimas para aupar la violencia soterradamente, pero sin lograr camuflarse lo suficiente, y esto se les salió de las manos pues serán castigados en las urnas el año entrante. Y de paso, en ese mismo espacio democrático, también resultarán castigados, especialmente por su omisión, alcaldes y gobernadores que han creído que esto no es con ellos.
Defender derechos es ético: es para todos. Sin excepciones ni cortapisas. Atacarlos es de cobardes. Los violentos están equivocados excluyendo a los que no lo son, a quienes piensan y quieren actuar diferente, a quienes hacer daño es contra la ética de verdad.
