No basta el flagelo social y económico que está padeciendo la sociedad huilense con la pandemia del Covid, que ha afectado la dinámica productiva y con sus consecuencias adversas para el bienestar de las familias, cuando se ha iniciado la primera temporada de lluvias del año, durante un periodo atípico, que se ha reflejado en las diferentes transformaciones climáticas que venimos padeciendo durante las últimas décadas.
El suelo huilense presenta una alta fragilidad e inestabilidad geológica que junto con la intensa oleada invernal que estamos soportando, van a contribuir a diezmar las posibilidades de recuperación en el corto plazo. Estamos asistiendo a estos cambios del medio ambiente, que provocan las variaciones bruscas en las temperaturas, que están contribuyendo a afectar negativamente la dinámica productiva en esta región del surcolombiano.
De acuerdo con los informes emanados de la Oficina Departamental del Riesgo, las severas lluvias están causando estragos en algunos municipios del departamento. Los medios de comunicación están difundiendo las noticias e imágenes, sobre las emergencias que se han presentado en algunas localidades por las fuertes lluvias de los últimos días. Las crecientes de quebradas, deslizamientos y derrumbes, han provocado daños a la infraestructura productiva del departamento.
Como reflejo de esta crisis ambiental, buena parte del país sufren las inclemencias del invierno, que se ha concentrado con mucha fuerza en el territorio huilense. Es algo impredecible, pues ésta, es una época tradicionalmente seca en esta región, donde las lluvias aparecen por lo general en abril, la explicación del fenómeno pasa por el choque imprevisto en las cordilleras de corrientes de vientos.
Colombia es uno de los países más vulnerables al cambio climático. La deforestación, la minería ilegal y los incendios forestales, son las mayores preocupaciones que tienen las autoridades ambientales, por los daños irreversibles que están ocasionando a los ecosistemas estratégicos en el país. Recientemente, un informe emitido por el Ideam expresa que el 33 por ciento de las emisiones se deben a estos factores, que cada vez deterioran el bienestar general de las comunidades.
Por todo ello, si antes era una obligación estar preparados para el invierno con los planes y protocolos de rigor, que incluyen identificar las zonas de mayor riesgo, llevar a cabo evacuaciones cuando el nivel de peligro así lo exige y adelantar simulacros, ahora urge estarlo durante todo el año, pues en cualquier momento un evento de este tipo puede producir verdaderos estragos. Alcaldes, organismos encargados y comunidad deben trabajar de la mano.