El domingo se llevó a cabo la elección de los Consejos locales y municipales de Juventudes en todo el país. Su importancia es esencial para los próximos años, pues si bien no se le ha dado previo a la elección la relevancia política o administrativa que ameritaba el tema, a través de estos consejos se abren los espacios de concertación, vigilancia y control de la gestión pública por parte de estos jóvenes, siendo ellos quienes empezaran a inmiscuirse y opinar más en las políticas territoriales que tengan que ver con sus asuntos y, de paso, se proyectan las nuevas caras que vendrán a transformar posteriormente las regiones desde otras posiciones políticas.
Fueron más de doce millones de jóvenes los habilitados para votar, lo que demuestra la importancia nacional de esta elección y no obstante terminar siendo un órgano de carácter político, lo significativo es que es el instrumento válido para que estos muchachos se involucren en el control y hagan, desde ya, veeduría a los recursos destinados a la juventud y sepan en qué se gastan las administraciones locales los recursos que tienen una vocación hacia los jóvenes de los municipios.
Era un reclamo y preocupación de hace muchos años, el de cómo lograr que la juventud y la política se unieran efectivamente desde una etapa temprana y no solo en una aproximación tímida entre los partidos políticos y sus militantes más jóvenes. Lo cierto es que hasta ahora, lo único que uno denota y puede percibir al momento de la búsqueda de soluciones a sus problemas, es una apatía mayoritaria a todo lo que tenga que ver con política y quienes la representamos; pero, por el contrario, siempre se encuentra más empatía en participar en los episodios de reclamos sociales, que si bien son la alarma que algo está sucediendo, difícilmente llega a ser la solución, en gran medida porque no resulta ser nunca el espacio ideal para esto, a diferencia de lo que pueden llegar a convertirse estos consejos.
Hoy por hoy nuestros jóvenes se encuentran apostando más a la solución individual de sus problemas que a la colectiva, cada quien que busque lo suyo y que cada quien logre conseguirlo pareciera la hoja de ruta. En eso se estaría basando el secreto que manejan los jóvenes para el éxito actualmente y que ellos no encuentran en un sistema que -desde que tienen uso de la razón- han concebido como corrupto, desigual y discriminativo, como el camino expedito para tratar de que las cosas sean mejor hacia futuro y, por el contrario, lo ven como una de las causas, sino la más importante, de todos los males actuales del país.
No obstante, todo el escepticismo que podemos tener frente a estos mecanismos es importantísimo porque se convierte en una apuesta nueva: la de reconocer los nuevos interlocutores sociales de los problemas de los jóvenes y que, si bien demorara en despegar con fuerza, entran a reforzar unas políticas incluyentes de poblaciones que por mucho tiempo tuvieron voto, pero no voz.