No solo se encuentran en el agua y el aire, sino que también están presentes en los alimentos que consumimos y en productos cotidianos
Los plásticos, esenciales en la vida moderna, se han convertido en uno de los contaminantes más persistentes y dañinos para el medio ambiente y la salud humana. Aunque los científicos han estudiado durante décadas el impacto de los microplásticos en los ecosistemas, solo recientemente han comenzado a comprender la magnitud de su infiltración en nuestro entorno y cuerpos. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) define los microplásticos como pequeñas partículas de plástico, de menos de cinco milímetros, que se desprenden de productos plásticos debido a su descomposición o durante procesos industriales, y que ahora se encuentran en casi todos los rincones del planeta.
El origen y la propagación
La producción mundial de plástico ha alcanzado niveles alarmantes, superando los 430 millones de toneladas anuales, de las cuales una gran parte termina como residuos en el medio ambiente. A medida que estos plásticos se descomponen, liberan microplásticos que son transportados por el viento y el agua, llegando a los océanos, donde se concentran en grandes manchas de basura, como la del Pacífico, afectando gravemente la fauna marina.
Los microplásticos no solo se encuentran en el agua y el aire, sino que también están presentes en los alimentos que consumimos y en productos cotidianos, como la ropa sintética, los cosméticos y los envases de alimentos. Estudios recientes han detectado estas partículas en órganos humanos como los pulmones, el corazón, la placenta y hasta en la sangre y el semen, lo que subraya la gravedad de su presencia en nuestros cuerpos.
Puede leer: Médicos extraen 3 kg de metal del estómago de un hombre
Riesgos para la salud humana
Aunque aún faltan investigaciones exhaustivas sobre el impacto a largo plazo de los microplásticos en la salud, los estudios actuales sugieren que estas partículas pueden ser perjudiciales. Los microplásticos pueden actuar como vectores de sustancias químicas tóxicas y bacterias peligrosas, que al ingresar en el cuerpo humano, podrían desencadenar una serie de problemas de salud. Entre los efectos identificados están la alteración del microbioma intestinal, la inflamación crónica, la disfunción del sistema inmunológico, e incluso posibles alteraciones genéticas.
Además, un informe del Programa de la ONU para el Medio Ambiente advierte que la exposición prolongada a microplásticos podría estar relacionada con trastornos neurológicos y enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson, así como con problemas de desarrollo cerebral en los niños.
Medidas para reducir la exposición
La omnipresencia de los plásticos hace difícil evitarlos por completo, pero los expertos sugieren varias estrategias para minimizar la exposición. Entre las recomendaciones están evitar el uso de envases de plástico para calentar alimentos, optar por botellas de agua reutilizables de vidrio o acero en lugar de plásticas, y reducir el consumo de productos que contienen microplásticos, como ciertos cosméticos.
En última instancia, la clave para mitigar el impacto de los microplásticos radica en la reducción del uso de plásticos en general. Según Heather Leslie, científica experta en microplásticos, es crucial reflexionar sobre nuestras elecciones de consumo: “Antes de comprar algo, piensa si realmente lo necesitas y si tiene que ser de plástico”.
Le puede interesar: Los beneficios de los pasatiempos para la salud mental
