DESHOJANDO MARGARITAS
Por Margarita Suárez
Ahora que me encuentro en USA disfrutando de mis nietos, he tenido la oportunidad de vivir cerca el actual desarrollo de los niños, muy distinto al que nosotros gozamos en época pretérita. No es que el uno sea mejor o peor que el otro, simplemente sus entornos abismalmente diferentes. El menor de nuestros nietos, Oliver, tiene tres años y habla dos idiomas, español e inglés, lo cual es algo natural en las familias latinas residentes en USA. Sabe manejar con destreza aparatos electrónicos, sea TV, computador, celular y desde luego infinidad de aplicaciones. Me sorprendió ver a ese “pitico” de gente, armar rompecabezas y Legos en minutos, sus dedos parecen de caucho. Ni hablar de los otros nietos mayores. Emiliano, 9 años, ha desarrollado muchas habilidades, en su casa y en el colegio lo inducen a actividades extracurriculares. Tiene tres aficiones en las que sobresale: la facilidad para armar Legos, destreza en la pintura (una de sus obras estuvo colgada en el Museo de Arte de Charlotte NC) y el fútbol, práctica que recién está iniciando. Es fanático de Lionel Messi, le fascina que es zurdo, igual que él. Jerónimo, con 15 años de edad, es uno de los mejores estudiantes de su clase. Está becado en un colegio privado, donde su examen de admisión fue sorprendente. Juega fútbol con una academia y con su colegio. Hace unos meses decidió ser árbitro, hizo el curso online, lo aprobó y sacó la licencia para ser juez en partidos juveniles. Los fines de semana, en los espacios que le permiten sus compromisos como jugador, sale de su casa impecablemente vestido con la ropa que exige la organización de “referees”. Gana en promedio 50 dólares por partido. En un sábado puede pitar cuatro sin despelucarse, le fascina hacerlo. Ahorra parte del dinero para comprar su primer carro. Hizo el curso de conducción y presentó los exámenes para la licencia, que ya le llegó, aunque por su edad tiene la restricción de desplazarse con un adulto. Los chicos en USA se independizan muy jóvenes, es algo cultural. Apenas cumplen 18 años o ingresan a la universidad, se instalan a vivir aparte de sus padres. Se financian desempeñando oficios menores (ej: meseros), en los que ganan suficiente para solventarse. Diferente a lo que ocurre en nuestro país.
