Por: Libardo Montealegre Murcia
Ahora que se califica de fascista a todo el que no comulgue con la nueva religión de izquierda recalcitrante que gobierna al país es bueno participar en el debate sobre que significa la derecha en estos tiempos de la posmodernidad.
El filósofo Roger Scruton (1944-2020) hoy muy mencionado en Europa por ser la fuente intelectual de la actual primera ministra italiana Giorgia Meloni, plantea ideas que no pueden calificarse de fascistas ni populistas. Habla claramente, que el libre mercado es necesario pero los monopolios deben estar limitados por la regulación.
Scruton plantea que, para él, el conservadurismo no se trata de devolver los cosas como eran en el pasado, sino de conservarlas, y eso no es cuestión de ideologías sino de amor. Dice Scruton: “Hay cosas que amas y están amenazadas, así que quieres mantenerlas… Tenemos algo, este país y sus instituciones y nuestra forma de ser, y a eso nos aferramos”. (Crónica de Lucrezya Reichlin, Project Syndicate, Publicada en El Tiempo septiembre 24 de 2020).
Casi todos los imperativos más urgentes a los que se enfrentan todos los países hoy exigen alguna forma de capacidad centralizada para la toma de decisiones y políticas que tengan en cuenta la naturaleza regional o global de los bienes públicos, incluidos el clima, la salud, la estabilidad financiera y la seguridad energética. De ahí la importancia de idear nuevas formas de gobernanza que permitan la interacción de los diferentes niveles de gobierno y den voz a la sociedad civil, combinando así un enfoque de arriba hacia abajo con uno de abajo hacia arriba, es el desafío clave al que nos enfrentamos hoy, y que la derecha europea viene adoptada con relativo éxito en la España regional, Francia y más recientemente en Italia.
Los nuevos conservadores deben trabajar en una solución que no es detener, y mucho menos revertir el progreso de los modelos de integración social, se debe construir sobre lo construido, defendiendo las libertades, de expresión, de fe, de política, el respeto a la propiedad privada y a la herencia cultural.
No es con discursos ideologizantes como se construye la unidad de una nación, y mucho menos con el desconocimiento de la opinión de vastos sectores de la ciudadanía que no votaron por políticas destructivas y confrontacionales como las que se están planteando desde el alto gobierno y el congreso hoy en Colombia.
Lo lamentable es que la narrativa del cambio que ha impuesto la izquierda que de manera totalitaria quiere membretar de fascista a todo el que no la aplauda, ha cooptado buena parte de la derecha que sin vergüenza alguna ha encontrado en el presupuesto nacional su refugio y modo de vida de tal manera que no hay voces erguidas que manejen los temas ambientales , sociales , económicos con la visión de integralidad y servicio que puedan plantearse a toda Colombia que tristemente hoy va hacia un rumbo desconocido . Al contrario, esa derecha cuyos personeros no representan al 49% del país que no voto al actual gobierno, solo representa los intereses particulares de sus actuales personeros. Es repugnante ver como se ven postrados ante el discurso ideologizantes del actual gobierno, sin una propuesta de bienestar para los colombianos, sin una idea de cómo integrar la diversidad del país en un haz de voluntades para salir adelante hacia el desarrollo. Sin ni siquiera discutir las ideas que hoy son pilares de la derecha en otras latitudes.
