Por Harold Salamanca
La Doctora Concepción Baracaldo, más conocida como Concha, directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), está en ojo del huracán, desde la semana pasada, por cuenta de las declaraciones del presidente Petro, luego de realizar una vista al departamento de la Guajira. Allí, fue informado de la muerte por desnutrición de 60 niños Wayuú, en lo que va corrido del 2022, de los cuales 20 han perdido la vida desde el 7 agosto pasado, fecha en la que Petro asumió la presidencia de Colombia. Hecho que, se auto cuestionó el primer mandatario de su gestión de gobierno y que, de paso puso en entredicho la gestión del ICBF.
En vista del duro pronunciamiento presidencial, la dra Concha, que había manejado un bajo perfil en estos primeros meses del nuevo gobierno, no tuvo más remedio que salir a los medios de comunicación, a contar en que anda el ICBF bajo su dirección. En entrevista con caracol radio, en mi opinión, dejó más inquietudes que certezas. Contó como había sido contactada para ofrecerle la dirección del Instituto, y por lo narrado por ella misma, quedó muy claro que el ofrecimiento, estuvo más ligado a la amistad con la familia presidencial, que a su experiencia, capacidad gerencial y liderazgo.
Es que estamos hablando ni más ni menos del ICBF, en mi concepto el ministerio de la niñez, la entidad del estado colombiano, que se encarga de la protección integral de la infancia y la adolescencia, el fortalecimiento de los jóvenes y las familias en Colombia, especialmente de aquellos en condición de vulnerabilidad. Atiende anualmente, cerca de tres millones de personas en sus programas, cuenta con 33 sedes regionales, 215 centros zonales por toda la geografía nacional, y ejecutará para la vigencia 2023, un presupuesto de $8,5 billones, cifra nada despreciable.
Los retos que debe asumir el ICBF en el futuro inmediato, pasan por actualizar las políticas de niñez y adolescencia, para ponerlas a tono con la realidad que vive el país, lograr mayores coberturas especialmente en población indígena que habita regiones apartadas, impactadas por la pobreza y la cultura, devolverle la credibilidad al instituto que ha sido arrebatada por la corrupción. El ICBF hoy más que nunca necesita un líder, convencido que es posible mejorar, con ganas de realizar los cambios que se requieren de forma inmediata. Solo queda esperar que el presidente Petro actúe pronto, como resultado de sus propias evaluaciones y cuestionamientos a sus colaboradores.