En las principales ciudades del país, se cumplieron las marchas que fueron convocadas por el personal de salud, pero que se convirtieron en el punto del iceberg para salir a las calles para protestarle al gobierno del presidente Gustavo Petro Urrego, por su accionar gubernamental incoherente y por las Petro reformas que ha presentado al legislativo. El Puesto de Mando Unificado, estima que asistieron más de 250 mil personas. Pero las redes sociales y los medios de comunicación han difundido imágenes donde se reflejan cifras superiores a las 300 mil personas. Es un mensaje claro que recibe el gobierno nacional. Debe tenerlas en cuenta para sus iniciativas que emprenda en el periodo que le resta de su gobierno. Primaron el respeto, el orden y el buen comportamiento de los asistentes. No se vieron saqueados los establecimientos comerciales, asesinatos, lesionados, buses y vehículos quemados, daños en la infraestructura urbana de las ciudades, entre otras expresiones de violencia que se vieron en otrora cuando estaban en la campaña presidencia por los desadaptados sociales de la primera línea.
Igualmente, no hubo necesidad de transportar a la gente de otros sitios del país, para demostrar su asistencia. Petro ha perdido su principal estrategia electoral: las calles. Ya no gobierna para las calles. Así como están las cosas, al gobierno nacional, le queda muy difícil que una convocatoria a una constituyente como la ha planteada sea aprobada por el electorado. Podemos inferir, que los movimientos que apoyan al ejecutivo, liderados por el presidente Gustavo Petro Urrego, deben bajarse del ring de las contiendas, que tienen hastiados a la sociedad colombiana. Estas marchas se convirtieron en un estilo de democracia de la calle. No hubo un caudillo que las liderara, así los áulicos del gobierno nacional digan lo contrario. Es la expresión popular de las familias colombianas que se sienten inconformes por las políticas públicas que ha emprendido y que no solucionan los verdaderos problemas estructurales que presentan los sectores poblacionales del país.
Podemos inferir que, así como se encuentra el país polarizado, la izquierda ha perdido en menos de dos años de gobierno, la mejor oportunidad para convertirse en una opción de poder permanente para solucionar los problemas sociales, económicos y políticos que los aquejan desde décadas atrás. Se han convertido en los jefes de debate del candidato que aspire a suceder al primer actual presidente de los colombianos, ya sea de la derecha, centro o de cualquier otro matiz político. Han perdido el mejor momento histórico para lograrlo. Desafortunadamente, el incremento del terrorismo, extorsiones, hurtos, inseguridad ciudadana, empobrecimiento progresivo de los sectores vulnerables, corrupción administrativa, negligencia, arrogancia, vanidades, sesgos ideológicos, destrucción del sector empresarial del país, y podemos seguir enunciado todas las fallas que tienen desesperados a la sociedad colombiana. Debe reorientar su accionar gubernamental.
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