Hasta el momento ha sido infructuosa la iniciativa del gobierno nacional de buscar la anhelada paz total con todas las organizaciones narcoterroristas que existen en el país. Desafortunadamente la flexibilidad que ha tenido el presidente Petro, para lograr un acercamiento con èstos, para bajar la intensidad del conflicto que vivimos, se ha convertido en un efecto dominó adverso para las expectivas del ejecutivo. Diariamente estamos sometidos a la voluntad de la delincuencia, que cada vez es más creciente. Ha sido errada la política de debilitar el accionar de las Fuerzas Militares del país y de la Fuerza Pública, con el fin de cumplirle los pactos adquiridos en la Picota durante la jornada electoral que lo llevó a la presidencia, lo cual, ha generado un aumento de masacres, asesinatos selectivos extorsiones, atracos, bloqueos en las vías, narcotráfico, entre otros hechos, que están desestabilizando el bienestar de las familias colombianas.
Igualmente la incoherencia en la aplicación de los instrumentos de la política macroeconómica del país, que junto con el alza mensual sucesiva de los precios de los combustibles están contribuyendo a un proceso de empobrecimiento acelerado de la pobreza de las familias colombianas, están afectando los niveles de aceptación y de la imagen positiva que tenía cuando asumió la presidencia Gustavo Petro, el 7 de agosto pasado. Todavía es tiempo que haga una verdadera reingeniería en su equipo de trabajo que ha venido fallando, ocasionándole traumatismos en su accionar gubernamental.
A pesar de los hechos terroristas que ha cometido el ELN en territorio colombiano desde que se iniciaron los diálogos de paz con este grupo insurgente, es indispensable que se siga intentando dialogar con esta organización. Recordemos que no se está negociando con los angelitos de la guarda. Son asesinos, terroristas, narcotraficantes, entre otros epítetos violentos que se quedan cortos, ante la situación desbordante del orden público, que cada vez se altera también por la presencia de otros grupos que continuamente están alterando la tranquilidad de las familias que viven una zozobra permanente por tales acciones narcoterroristas. Por tal motivo, la masacre perpetrada por el ELN donde murieron inermemente nueve soldados jóvenes en un ataque a mansalva en el Carmen, Norte de Santander, ha generado repudio general por parte de la sociedad colombiana. No hay derecho que se sigan cometiendo esta clase de hechos, mientras estén sentados en la mesa de negociaciones.
Esta organización narcoterrorista, tiene una larga historia de burlas contra la sociedad colombiana. No es posible que siga atentando contra las instituciones democráticas del país, a través de cobros indiscriminados de la vida de estos jóvenes uniformados que solo cumplían con el deber de vigilar una guarnición militar. Nuestro país tiene experiencia de negociar en medio del conflicto. Debemos persistir en el diálogo a pesar de estas atrocidades.
