Juan Camilo Restrepo
A pesar de sus llegadas tarde a las asambleas de la ANDI y de la Asociación Bancaria, el presidente Petro tuvo tiempo suficiente para recitarle a los encumbrados empresarios que atendían estas reuniones gremiales un completo resumen del pensamiento de Mariana Mazzucato, que al parecer coincide con el credo presidencial.
Mazzucato es una prestigiosa economista inglesa de origen italiano, de gran renombre por estos días, que últimamente ha sido citada hasta por el mismo papa Francisco, a cuyas ideas parece adherir el presidente Petro con entusiasmo. Hasta el punto de que en sus discursos ante los gremios citó prácticamente “verbatim” parrafadas enteras de los libros de la Mazzucato.
Y ¿qué es lo que predica Mariana Mazzucato que tanto renombre le ha dado? La tesis central de esta economista consiste en una reivindicación sin titubeos del papel que debe jugar el Estado en la sociedad contemporánea. Y, además, en una duda rotunda y metódica sobre las ventajas que trae dejarle margen amplio al sector privado en la vida pública.
La tesis anterior la sustenta con otra no menos perentoria: para la economista Mazzucato ni el sector financiero, ni el sector de servicios, ni el comercio, ni la minería, ni el sector de hidrocarburos, crean valor. Son meros sectores parásitos.
La producción que genera auténtico valor agregado se encuentra en la manufactura, en la agricultura, o en las empresas estatales que se comprometen con programas de gran aliento como fue el viaje a la luna de los astronautas de la Nasa, que llenaron de entusiasmo a la sociedad de los años sesenta del siglo pasado. Y produjeron avances tecnológicos meritorios como fue el internet.
El último libro de esta economista se titula: “Misión económica, una guía para cambiar el capitalismo”, y trata sobre cómo replicar hazañas estatales inspiradoras como fue el primer viaje del hombre a la luna liderado por el presidente Kennedy.
No fue nada reconfortante seguramente para los empresarios escuchar el dictamen presidencial según el cual, buena parte de ellos o de sus empresas, no crean “valor” económico alguno. Los ecos de la economista Mazzucato resonaron con sonoridad en el centro de convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada de Cartagena durante estas dos asambleas gremiales.
La duda sobre si el presidente Petro es ferviente creyente de la acción estatal quedaron dilucidada sin ningún esquince con estas dos intervenciones. Él cree mucho más que el auditorio que lo escuchaba con diplomático respeto en el poder taumatúrgico del Estado. Y, naturalmente, esta creencia habrá de reflejarse en la acción gubernamental venidera.
La economista Mazzucato argumenta, por ejemplo, que es válido que el gobierno señale a dedo ganadores y perdedores en el diseño de sus políticas públicas. Que la acción del gobierno no debe limitarse a corregir fallas del mercado, sino que debe ir mucho más lejos. Y que es correcto que a ciertos sectores -como los que se dedican a las finanzas, al comercio, a la minería o al petróleo- se les imprima un estigma de “minus valía” pues no crean “valor”. Al paso que otros que sí lo crean deben recibir los aplausos y complacencias del quehacer gubernamental.
La citada economista no cree tampoco en la conveniencia de figuras tan generalizadas hoy en día como los esquemas de colaboración de los gobiernos con el sector privado, y mira con desconfianza los acuerdos públicos-privados de tan generalizada utilización encuentran en la construcción y financiación de la gran infraestructura.
Bruce Mac Master, el presidente de la ANDI, reflejó muy bien en un reciente artículo el sabor agridulce que le quedó a los empresarios con este encuentro: “Recibimos del presidente la idea de crear misiones nacionales al estilo Mazzucato que estamos trabajando. Oímos por otro lado, con preocupación, la afirmación de que sectores como el comercio o el financiero no producen valor económico”, dijo.
Ya veremos próximamente -cuando se elabore el plan cuatrienal de desarrollo- qué tanto del entusiasmo por las tesis de Mazzucato fue solamente un hilo verbal que sirvió al presidente para conducir sus intervenciones ante los gremios económicos; o qué tanto realmente van a impregnar la acción gubernamental de ahora en adelante.