EL RINCÓN DE DIANA
Por: Diana Montes
Las fiestas de San Juan y San Pedro en el Huila son una tradición arraigada que cada año invita a locales y visitantes a sumergirse en la hospitalidad y alegría de esta región. Originadas en 1790 por un Gobernador inspirado por celebraciones españolas, estas fiestas han evolucionado de reuniones familiares con comidas típicas y licores caseros, a eventos públicos con actividades como carreras de caballos y corridas de toros. El verdadero impulso de estas festividades llegó en 1959 con la creación de la Junta de Turismo, que promovió concursos de bailes tradicionales, desfiles y el Reinado Nacional del Bambuco, el cual ha perdurado hasta hoy. Este festival, declarado Patrimonio Cultural de la Nación en 2006, se ha convertido en un emblema de la cultura huilense, atrayendo a miles de personas cada año. Hoy en día, las celebraciones se extienden por todos los municipios del Huila, con centros de gran afluencia en La Plata, Pitalito, Garzón y por supuesto en Neiva, cada uno con su propia programación.
Participar de estas festividades de manera responsable no solamente significa una gratificación personal por el goce estético que suponen las rajaleñas, las danzas folclóricas, la música típica y la comida tradicional, sino también una contribución a que estas tradiciones autóctonas que distinguen a nuestra región tengan continuidad intergeneracional. La conservación de estas tradiciones que nos reúnen como comunidad es muy importante porque esta red colectiva es el sostén cultural al que nos aferramos cuando nuestras vidas individuales sufren achaques: actúan como una catarsis comunitaria, donde los liberamos de estrés, tristezas, rabias, y vemos en nuestros vecinos a esas personas con las que nos gusta compartir.
Por eso, desde que soy madre, sanpedriar también significa compartir en familia y enseñarles a mis hijos la belleza que se encuentra en nuestro folclor huilense, que tiene tanto o más valor cultural como las producciones artísticas de alto presupuesto que en esta era de globalización son objeto de consumo para las nuevas generaciones. Verlos a ellos disfrutar de nuestras fiestas es mi mayor contribución a que estas tradiciones se preserven en el tiempo. ¡Que vivan nuestras fiestas sanpedrinas! ¡Que viva el Huila y su folclor!