Por: Luis Alfonso Albarracín Palomino
La presentación del Proyecto de Ley a la Reforma a la Salud por el gobierno nacional al Congreso de la República ha generado grandes controversias entre algunos sectores de opinión nacional, donde se tiene previsto modificar totalmente el sistema nacional de salud. El afán reformista desbordado para modificar toda la estructura del Estado Colombiano ha provocado que esta iniciativa del ejecutivo, empiece a tener tropiezos para su aprobación. La radicalización de los integrantes de los movimientos políticos: Partido Liberal, Conservador y de la U, para no aprobar el contenido presentado, ha puesto a tambalear su aprobación y pone en jaque a las demás reformas que están presentadas y que se encuentran empantanadas en las distintas comisiones de la Corporación.
Pero mi columna no pretende analizar esta problemática política. Deseo referirme al artículo donde se pretende integrar al sistema nacional de salud, algunas prácticas ancestrales que han sido desarrolladas desde épocas pretéritas por nuestros antepasados. Inclusive hoy en día se utilizan para aliviar y contrarrestar algunas enfermedades. Inclusive y disculpe a mis lectores, que me refiera a mi vida personal. Nací hace 68 años, gracias a las atenciones de una partera. Nunca sufrí secuelas posteriores. Mi madre en vida utilizaba algunas plantas medicinales para contrarrestarme la fiebre y para desparasitarme, entre otras patologías que padecí durante mi etapa de la niñez y de la adolescencia. Cuando eran enfermedades más especializadas, me llevaban adonde el médico para que fuera atendido. Este mismo esquema lo utilizaron con mis hermanos.
En mi edad adulta, he tenido varias experiencias satisfactorias para superar algunas dolencias, a pesar de que tengo posibilidades de acudir a médicos y especialistas para que me atiendan. Inclusive durante la pandemia del Covid, fui testigo de las yerbas que se utilizaron algunos sectores de la población para superar los efectos de este mortal virus. Aunque lo ´padecí con mi esposa Amparo y mis hijas, que afortunadamente fuimos asintomáticos, siempre tuve disponibles yerbas como la moringa, eucaliptus, hojas de manzanilla y matarratón, ajo, cebolla cabezona, jengibre, miel de abeja, que me habían recomendado algunos yerbateros y que fui testigo como miles de personas superaron este mortal virus. Inclusive, estaba padeciendo de una tos persistente y una profesora de la Universidad me recomendó un remedio casero: Un vaso de naranja con miel de abejas y someterlo al baño de agua maría y tomarlo antes de acostarse y tibio. Sorpresa que, al día siguiente, este malestar me había pasado. Podemos seguir enumerando innumerables experiencias de amigos, que han venido utilizando estas medicinas ancestrales. Y se han curado.
Inclusive, cuando me he luxado el tobillo y una mano, he acudido al mejor sobandero que conozco esta ciudad de Neiva: Abel Gualy. He superado estas dolencias. Claro está que no quiero desvirtuar la medicina moderna. En ningún momento. Por este motivo, cuando se busca que algunas prácticas ancestrales al Sistema General de Salud, y que se han convertido en comidilla, en las redes sociales, considero de manera respetuosa que se debe analizar detalladamente, la forma para poderles dar vida jurídica, sobre todo en los sectores rurales donde no existe la posibilidad de tener centros de salud o instituciones hospitalarias, para prestarles los servicios prioritarios por parte del Estado. Este es un interrogante que debemos procesar y no rechazarla de plano.
En las ciudades, seguirán desarrollándose estas prácticas medicinales ancestrales, así no queden incluidas en la Reforma de la Salud. No podemos ocultar esta realidad. Así sea risible. Pero seguiré utilizando algunas prácticas caseras. Cada vez que pueda, utilizaré mi jugo de naranja con miel de abeja y me tomaré de manera tibia antes de acostarme, cuando me vuelva a dar tos y trate de congestionarme mi pecho. Actualmente, en todo el mundo se pueden encontrar espacios que ofrecen servicios de medicina alternativa, entre los que se encuentra la acupuntura, la quiropráctica y el uso de plantas medicinales. Cabe resaltar que, cada terapia alternativa tiene un componente energético y que las personas que generalmente acuden a estos servicios lo hacen porque hacen parte de una comunidad que tradicionalmente ha implementado este tipo de medicina o porque después de muchos años de tratamientos convencionales no han visto resultados.