Por el P. Toño Parra Segura – padremanuelantonio@hotmail.com
Concretado el compromiso y las condiciones para ser discípulos de Cristo en los domingos anteriores, en éste que es el número 14 del tiempo ordinario el mensaje se refiere a los medios que deben emplear todos los Evangelizadores de hoy. En ellos están incluidos: Obispos, sacerdotes, religiosas, grupos apostólicos, catequistas y demás miembros de movimientos de laicos comprometidos.
A través de imágenes y alusiones propias de esa época, tenemos que desentrañar el mensaje que Jesús dirige hoy a la Iglesia evangelizadora.
El número 72 que utiliza San Lucas para los enviados es una alusión según la versión griega del Antiguo Testamento donde 72 es el número de las naciones paganas a las que hay que evangelizar (Gn.10). El camino de Jerusalén se convierte en camino de la Iglesia futura con todas las dificultades y riesgos; los envía de dos en dos para que su testimonio tenga el valor jurídico que pedía la ley (Dt. 17, 6; 19,15).
La idea global que dejan las instrucciones del Señor están bien claras: primero la oración confiada al Padre que es el dueño de la misión para que envíe obreros que cumplan la tarea encomendada.
Después nos propone una evangelización de medios pobres, porque la mayoría de los destinatarios son en gran parte marginados en campos y ciudades.
El estilo y los medios que se utilicen para anunciar la Buena Noticia a los pobres tienen que ser coherentes con el status de los evangelizados y con el contenido mismo de las bienaventuranzas. Al respecto dice Puebla: “Para vivir y anunciar la exigencia de la pobreza cristiana, la Iglesia debe revisar sus estructuras y la vida de sus miembros, sobre todo de los agentes de pastoral con miras a una conversión efectiva; ésta lleva a la exigencia de un estilo austero de vida y una total confianza en el Señor…. contando más con el ser y el poder de Dios que con el “tener más” y el poder secular” (Puebla 1157, 1158).
El contexto del Evangelio en relación con los medios es rural, porque en esa época no existían las comodidades de ahora, pero la orientación de fondo es justa en todas las culturas y en todas las épocas: el “montaje” de la evangelización debe ser simple, ágil, pobre para que brille más la acción de Dios que los proyectos del hombre. Cuando se da la impresión de que la iglesia y sus tareas son como las empresas económicas y bancarias, se pierde la identidad con el Señor que nos envía: “a prisa, sin dinero ni provisiones y sin buscar halagos humanos”.
Desinstalación, disponibilidad y amabilidad para todos los encuentros. Nada de imposiciones y de fuerza; si nos rechazan sacudimos el polvo de los pies y seguimos porque no puede haber sitio para desanimarnos.
El resultado no debe ser para vanagloria y prestigio y adulación humana, sino el regreso alegre con la satisfacción de cumplir con el deber. Lo importante es que nuestros nombres “sean grabados en el cielo” y no en las cámaras de la televisión por milagrosos que seamos. Tengamos en cuenta el mensaje de este Domingo para que nuestro trabajo sea eficaz y agradable al Señor que nos envió.