En su columna habitual del diario La República (El impacto del chorizo, septiembre 26 de 2021), Ramiro Santa, muy conocido por los huilenses como directivo de Hocol SA y de la Fundación Hocol, hizo unas reflexiones que consideramos muy atinadas sobre las responsabilidades ambientales de Colombia. De hecho consideramos que estas están relacionadas con la realidad histórica: muchos de los países que hoy son referentes ambientales, lo son gracias al grave daño que hicieron al planeta hace siglos y que les permitieron enriquecerse enormemente. Alemania, Gran Bretaña, Francia, incluso España, invadieron África, Medio Oriente y América, haciendo y deshaciendo. Hoy son países ricos (en gran medida al saqueo de los recursos naturales) que invierten y prevén como pocos avances en conversiones de sus economías y procesos industriales para dar ejemplo, hoy, de buen manejo ambiental.
Ramiro, manifiesta su inconformidad con la tendencia de muchos sectores sociales que tergiversan muchas veces la realidad y las cifras, o las desconocen, con inaceptables intereses, para oponerse de que Colombia se beneficie con el gas, el petróleo y la minería. Advierte es o sí y lo hacemos nosotros, que en absoluto deben flexibilizarse las políticas públicas, normas y acciones para la conservación y recuperación ambiental. Todos debemos contribuir al mejoramiento del cambio climático, evitar los daños ambientales y reconocer nuestras obligaciones para tener derechos.
Pero veamos estas cifras: El aporte de Colombia al mundo al efecto invernadero es del 0,46% (energía y transporte es solo el 22% frente a más del 55% que generan el pastoreo, la fermentación entérica, los suelos gestionados, y las tierras de cultivos). Colombia no es gran contaminador. En cambio, es productor y consumidor de gas que es un hidrocarburo limpio, de transición y estratégico para la producción de energía a través de las termoeléctricas que sirven de apoyo en época de sequias. Afecta muchísimo menos la búsqueda y explotación de gas por el potencial que tenemos, que importarlo. Y es una energía que igual se necesita incluso para prevenir la tala de árboles y para prevenir el cáncer de pulmón y enfermedades respiratorias que causa el humo de las cocinas de leña.
El cambio climático es una realidad que impacta la vida planetaria. Las grandes potencias nacionales están desarrollando sistemas de generación de energía limpia; unas basadas en equipos que demandan ingentes cantidades de minerales, otras desarrollando tecnologías con base en hidrocarburos, como el gas, otras volviendo a las plantas nucleares (Alemania) y otras con elementos nuevos como el hidrógeno.
El debate y las responsabilidades ambientales hay que mesurarlos y racionalizarlos.
