ENTROPIA
Por : MAURICIO SÁNCHEZ CORDOBA .
Murió Milanés . En Madrid lejos de su Cuba utópica, se fue el entusiasmo revolucionario que antaño evocara sueños efímeros e incumplidos. Voló en silencio la voz tranquila, que “llenó mi soledad, que dibujó con su silueta las promesas, que hizo feliz el breve espacio en que no estás …”
Su triste partida deja a una generación, (la mía), huérfana de notas inteligentes y filosóficas , lejos de lo que hoy, de manera ligera y fútil, llamamos música. Es decir, los “culos y más culos”…
Ya no es momento de juzgar lo que pagó con su exilio, en la dolorosa distancia de aquella isla a la que amó, y de la que prometió nunca salir, porque “ pisar tierra firme lo inhibía “.
Partió el poeta , que un día resolvió su disyuntiva ( patria o muerte ), con una decisión sabia: VIDA. Como expatriado, pero vida al fin y al cabo .
Seguro que con lágrimas en los ojos, aquellos que lo olvidaron y le señalaron no podrán negar que hizo todo cuanto pudo por aquella revolución imposible.
Su voz se prestó para hacer bellos los poemas mentirosos de Guillén. Convencido y engañado en sus razones, se hizo cómplice del horror de esa tiranía a la que defendió y de la que terminó huyendo poco a poco, sin aspavientos, hasta morir en brazos de su criticada «madre patria”, que, paradójicamente, palió su dolor hasta su triste deceso, “sin pedir nada a cambio de lo que da “… , como toda madre.
Pero aunque el “ tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos “, y sus ideales no fueron los míos , “te quiero porque te quiero “ o mejor aún , al igual que a tu Yolanda ,
te digo sin sonrojarme, Querido Pablo….
Eternamente,
TE AMO.