Se sorprenderán algunos lectores por el epígrafe de esta columna, refiriéndola con esos animalitos graciosos de cola prensil que ya poco abundan en nuestras selvas producto de la contaminación y la depredación humana, pero otros acostumbrados al vocablo relacionado con la forma rastrera en que legislan irresponsablemente en el Congreso de la República, lo relacionarán inmediatamente con los llamados “micos” que generalmente y producto del maridaje malsano y su dependencia con el Ejecutivo tras la perniciosa mermelada (llámense: burocracia, contratos y coimas entre otras corruptelas porque así hay que llamarlas con nombre propio porque envilecen la actividad legislativa), son acordados como lo sostuvo categóricamente el representante del Partido Alianza Verde Mauricio Toro.
Y lo hizo refiriéndose a la labor legislativa y más recientemente a la aprobación sin debate alguno de la suspensión parcial de la Ley de Garantías y la reforma al régimen de pensiones en el proyecto de presupuesto, destacando que es la forma tradicional en que legisla el congreso sin tener en cuenta a la opinión que los elige respecto de determinados proyectos sensibles a sus intereses que se aprueban en forma aplastante y sin debate, como se hizo con las tres reformas tributarias y las tres leyes de presupuesto de los años anteriores que se aprobaron de la misma manera y con el mismo método que denigra de la función legislativa que debe estar en manos de congresistas dignos e independientes que respondan al interés colectivo.
Y dijo más con acierto en materia del Congreso, afirmando sin vacilar que estamos en peor situación que hace 50 años, para que tengamos una idea de su actual descomposición, “porque muchos de los miembros de los partidos tradicionales ni siquiera responden a las ideologías que antes defendían sus colectividades, convertidos hoy en un simple trampolín para individualismos políticos y para ver quien se hace más poderoso y más rico sobre todo en las regiones”, donde se sabe prima el clientelismo y la corrupción en su elección como en la nuestra, y donde la opinión independiente no se manifiesta masivamente para tratar de extirpar estas lacras que no representan al pueblo, que hace urgente una renovación y reforma a fondo con una drástica reducción del número de congresistas para que su funcionamiento responda de la mano de la decencia y la austeridad a los intereses de la ciudadanía, atendiéndose al verdadero concepto de democracia que no está precisamente en un parlamento de montoneras codiciosas, parasitarias y dañinas, sino en una limpia y decorosa representación del pueblo que los elige.
Escolio. No deja de ser canalla y una grave ofensa a las víctimas, la negación que ha hecho María Fernanda Cabal de los falsos positivos o viles asesinatos de ciudadanos indefensos, afirmando con no menos vileza que son un invento de la izquierda para desprestigiar a las fuerzas militares, negación infame de la misma entidad del horror del holocausto nazi, cuando está plenamente demostrado como lo dijo el médico Camilo Prieto, que fue una estrategia de aniquilación que hizo parte de una industria criminal que se lucró de la muerte.