Ernesto Cardoso Camacho
Cumplido el término legal establecido, los partidos con representación en el Congreso han definido su posición frente al nuevo gobierno.
Los que integraron el Pacto Histórico y sus aliados electorales afianzaron su decisión de respaldar integralmente al presidente y sus programas de gobierno. En consecuencia, tales bancadas quedan comprometidas a apoyar sin reservas la reforma tributaria y demás proyectos de ley que se tramiten durante todas las legislaturas.
Por su parte, el liberalismo, el conservatismo y la U que han fungido como colectividades históricas en el desarrollo de la institucionalidad colombiana, resolvieron dar un giro ideológico abandonando sus principios y convicciones para declararse como partidos de gobierno.
Solamente el Centro Democrático se definió como partido de oposición y Cambio Radical asume su papel de independiente.
De esta manera el trabajo político que harán las respectivas bancadas estará a favor de las iniciativas legislativas del gobierno del cambio, o en contra, o apoyarán unas y rechazarán otras, de conformidad con las decisiones adoptadas por cada una de tales bancadas.
En cualquier caso, lo que seguramente esperamos los colombianos, es que el apoyo o el rechazo a las iniciativas del gobierno tengan como único propósito, lo que mejor convenga a los intereses nacionales y a la estabilidad del sistema democrático. Es decir que, sus decisiones no estén influenciadas por las prebendas, los contratos, los apoyos presupuestales o las posiciones burocráticas; en una palabra, por la llamada mermelada, fuente indiscutible de la vergonzosa corrupción política y administrativa.
Aquí sin duda alguna, estará en juego la credibilidad del gobierno y de los partidos que lo apoyan, pues es evidente que la ciudadanía ya no soportará más promesas incumplidas de combatir la corrupción.
A propósito, llama la atención que el mago de las componendas y de la politiquería, el señor presidente del congreso Roy Barreras; haya expresado con gran satisfacción que esas inmensas mayorías consolidadas a favor del gobierno, tendrán su representación en el mismo como contraprestación a su lealtad con los programas del presidente Petro, representación que como ya se observa, va más allá de los ministerios otorgados. Por tanto, es válido presumir que habrá mermelada a manos llenas y de todos los sabores.
En estas circunstancias la incertidumbre que aún permanece acerca de los anuncios tanto del presidente como de varios de los ministros, se conjuga con la permanencia de los vicios políticos que rechazó de manera contundente el pueblo en las urnas, lo que podría conducir a una nueva frustración y al fracaso del cambio ofrecido.
En este escenario los partidos Liberal, Conservador y de la U; que han fungido en nuestro sistema democrático como partidos tradicionales y de perfil ideológico de centro derecha; serían los más desgastados y reducirían sustancialmente sus apoyos electorales en las elecciones regionales del año entrante; aunque no se descarta que lleguen a jugar como coaliciones de gobierno con el Pacto Histórico para asegurar el mayor número de gobernaciones y alcaldías afines al gobierno.
Por otra parte, para el CD como partido de oposición, será indispensable que realice una profunda reingeniería interna que lo acerque de nuevo a sus bases y militancia, renovando sus dirigentes regionales que han actuado con alta dosis de elitismo económico y social; pues solamente su postura de enfrentar al gobierno en el congreso no sería suficiente para recuperar su prestigio y protagonismo que lo han caracterizado.
En relación con CR que ha subsistido junto con los otros tradicionales con fundamento en la burocracia y los contratos, estrena una postura de independiente pero anclado a las maquinarias de los Char y de Vargas Lleras, lo que lo colocaría en clara desventaja para sus apuestas del año próximo.
En conclusión, un panorama bastante preocupante para acentuar la confianza ciudadana en el sistema democrático y en sus legítimas expectativas de progreso, seguridad y bienestar.