Se cumplió el día anterior, un año de acontecida una de las más grandes movilizaciones sociales programadas en muchos de los municipios del país, por el Comité Nacional del Paro, cuyos integrantes se encuentran hoy participando activamente en la candidatura del presidente de la oposición Gustavo Petro. Con ello, se deduce que esta estrategia política promovida por estos militantes de esta campaña provocó los duros enfrentamientos con la Fuerza Pública y los manifestantes que fueron inducidos para destruir la infraestructura productiva de las ciudades. Quema de buses, muertes de civiles y miembros de la fuerza pública, lesionados, monumentos históricos destruidos, saqueos, bloqueos en las vías, parálisis del transporte público, entre otros desórdenes que generaron el más grande repudio de la sociedad colombiana y que le pueden pasar factura a esta aspiración presidencial.
Lo anterior provocó en algunas regiones de Colombia estuvieran bloqueadas durante más de dos meses estuvieron bloqueadas por diversas organizaciones que fueron infiltrados por grupos extremistas que impidieron la libre circulación de vehículos, generando una parálisis de las actividades productivas, que van en detrimento del bienestar de las familias. Las masivas movilizaciones populares que se iniciaron a raíz de la presentación obstinada del gobierno nacional del esperpento de reforma que buscaba modificar la estructura tributaria del país, desencadenaron estos eventos violentos de ingrata recordación, los cuales fueron implacables en algunos territorios de no dejar pasar víveres y bienes esenciales.
Los permanentes bloqueos a que estuvieron sometidas las principales vías del país, ocasionaron una profunda crisis económica que se profundizó al interior de los hogares, por el desabastecimiento y especulación de los precios de alimentos, bienes y servicios. Gracias a la intermediación de algunas autoridades regionales y locales, se lograron implementar algunos corredores humanitarios para que se presentara la entrada de alimentos, combustibles, insumos médicos y algunos bienes esenciales, para no debilitar la dinámica productiva de los municipios. Pero estos bienes se convirtieron en la bonanza de algunos distribuidores que sobrepasaron los precios de mercado tradicionales y que actualmente los sectores más vulnerables del país, está pagando esta factura costosa por la escalada alcista de los bienes y servicios.
Esos plantones simbólicos, pero también inclementes bloqueos generaron enormes traumatismos a la economía y, por ende, a toda la sociedad. La primera reflexión que debemos plantear actualmente, se debe partir del interrogante de por qué una jornada de reclamos, inicialmente prevista como pacífica, terminó adquiriendo unos matices aterradores, con unos niveles de violencia por momentos pavorosos, que alimentaron un contexto de caos en el que solo hubo perdedores. Qué hizo que el ímpetu de unos y el compromiso de otros se degradaran al punto de propiciar tantos actos repudiables de pisoteo de la dignidad humana. Unas semanas grises y traumáticas que de ninguna manera se pueden repetir.
