Ruber Bustos Ramírez
Desde las montañas del departamento del Huila, donde los cafetales se despliegan como un tesoro verde, deseo extender mi mirada y reconocimiento hacia aquellas mujeres que, con inquebrantable dedicación y resiliencia, se han convertido en la fuerza motriz detrás de la próspera industria cafetera de nuestra región. En este contexto, es de suma importancia ahondar en el reconocimiento y la valoración del papel crucial desempeñado por estas mujeres, quienes no solo se limitan a cultivar el café, sino que también representan la columna vertebral de sus familias y comunidades.
Con más de 26.600 mujeres dispersas en 35 municipios, el Huila se destaca con una representatividad femenina que supera el 31% de los 85.000 productores en la región. Estas trabajadoras incansables personifican un ejemplo vivo de la riqueza de la experiencia y la sabiduría transmitida a lo largo de generaciones, contribuyendo así a la sólida tradición cafetera y campesina que nos define.
Sin embargo, la aparente equidad de género en las cifras no debe ocultar los desafíos actuales que enfrentan las mujeres rurales en nuestro departamento. Su acceso a la educación y al empleo se ve restringido en gran medida, y la persistencia de la discriminación y la violencia de género constituyen obstáculos que no deben subestimarse ni pasar desapercibidos.
Más allá de los cafetales, estas mujeres desempeñan roles fundamentales como esposas, madres e hijas. Su labor trasciende la mera producción de café para abarcar la sustentación de sus familias y el respaldo activo a diversas iniciativas comunitarias. Desde la gestión del hogar hasta su participación en la industrialización y comercialización, es su dedicación y esfuerzo los que contribuyen a moldear la identidad agrícola distintiva del Huila.
En este contexto, se torna vital destacar la labor incansable de las 76 mujeres gremiales municipales y las 3 gremiales departamentales. A pesar de representar una minoría en el gremio, su liderazgo y contribuciones resultan fundamentales para la articulación y el desarrollo sostenible del sector cafetero.
En este espacio también quiero enfocar la atención en el hito histórico de que, por primera vez en 96 años, el Comité de Cafeteros del Huila tenga a una mujer al frente de la dirección ejecutiva. Este cargo, con numerosos desafíos y retos, demuestra que en un sector marcado por el machismo, se están cambiando paradigmas
Mi llamado es a reconocer, valorar plenamente y, sobre todo, respetar el aporte femenino en el campo cafetero. Estas mujeres no solo cultivan café; son la columna vertebral de la familia, la fuente de unión en nuestras comunidades. Urge a abogar por la igualdad de oportunidades, el acceso a la educación y la creación de entornos seguros que les permitan desplegar todo su potencial.
Cada taza de café del Huila, al ser degustada, debería recordarnos el esfuerzo, la dedicación y la fortaleza de las caficultoras. Son ellas quienes, con su labor diaria, tejen la historia y esbozan el futuro de nuestra región con una meticulosidad que merece ser plenamente reconocida y celebrada.