Ernesto Cardoso Camacho
En este lento pero perceptible marchitamiento de los partidos colombianos como principal elemento de la degeneración que viene sufriendo nuestra democracia, se destacan ciertos personajes en esa diversa fauna que caracteriza a buena parte de nuestros políticos nacionales y regionales.
La inauguración con bombos y platillos del reconocimiento que del nuevo partido le hizo el CNE a la llamada FUERZA DE LA PAZ, cuyo director será el inefable Roy Barreras, constituye toda una jugadita como las que acostumbra hacer cierto personaje no en uso de buen retiro, si no marginado de la casa política que tantos como inmerecidos homenajes le hiciera. Marginamiento que es estratégico para hacer duquismo al interior del CD y protocolizar la fractura del uribismo huilense.
Volviendo a Roy, quien como muchos otros que se han paseado por diversos partidos cambiando de jefes como cambiarse de camisa, pues se recuerda que inició con Cambio Radical, muto luego al uribismo, luego al santismo y recientemente al petrismo; pero ahora, al parecer quiere empezar a tomar distancia del Pacto Histórico para ofrecerle a Santos un nuevo partido con el cual seguir jugando en el escenario político y electoral.
El nombre de su juguete es revelador, ahora que se recicla la fracasada paz de Santos con las Farc, pero que Petro quiere reeditar como paz total ofreciendo un nuevo acuerdo a los disidentes que ya no tienen carácter político si no de narcotraficantes. Es por lo menos curioso y al tiempo demuestra que nunca hubo paz si no una negociación para llevarlos al congreso, burlar a las víctimas y blanquear sus inmensas fortunas mal habidas.
Desde luego ese nuevo partido ya anunció que entra con todo en el negocio de los avales. Para nadie es ya un secreto que los avales se negocian por cifras cuantiosas en una pública y vergonzante subasta.
Algunos analistas consideran que esta nueva jugadita de Roy tiene el propósito de apalancar su aspiración presidencial hacia 2026. Otros, quizá con mayor olfato, consideran que es la punta de lanza del PH para atraer dirigentes regionales sonsacados como dirían las señoras de los partidos tradicionales, como es el caso de Villalva; con el objetivo de asegurar mayorías en gobernaciones y alcaldías, en desarrollo de la estrategia de consolidar el poder político y electoral del pacto al nivel territorial, como antesala para acordar con el ELN la convocatoria a la constituyente.
Esta presunción se observa bastante válida si se interpreta la postura renuente del ELN en comprometerse con la negociación, pues se piensa que finalmente condicionará el acuerdo a que se pacte la convocatoria de la constituyente para cambiar el modelo económico, político y social, más afín con su clara ideología de izquierda radical cercana al modelo del comunismo chino.
Pues bien. Estamos entonces abocados a la degeneración total de la política con más de 29 partidos negociando avales y buscando sus propios intereses que desde luego no son los mismos del país ni de los colombianos.
De la presunta democracia de participación estaremos regresando a la del bolígrafo que no escribe con tinta si no con los colores del billete verde.