Diario del Huila

Navidad sin pólvora

Dic 10, 2022

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Amadeo González Triviño 

Con la evocación tradicional de encender las velitas en cada hogar y a su vez, encender la iluminación de pueblos y ciudades, como parte del preámbulo de las tradiciones navideñas, hemos compartido esta jornada festiva, sin dejar de recordar que las condiciones sociales y de una economía de consumo, ha sido la gran detonante de esta conmemoración religiosa, propia de esas formas creadas por disposiciones canónicas, que han encontrado eco en las comunidades, por una fe y una creencia que aún sigue latente, pero que no es correspondencia con el resto del mundo y que simboliza simplemente partes de los pueblos que viven tal forma de ser y de pensar. 

Ahora nos preparamos para seguir con lo que en su momento fue entronizado como la conmemoración del nacimiento de Jesús, así histórica y socialmente no se corresponda con los tiempos reales y que igualmente sea una creación para refrendar una visión más allá de la realidad de lo que es parte de esos elementos rituales no de todos los cristianos, sino de la iglesia católica especialmente. 

Con mucha preocupación, se observa entonces, que lo que realmente llama la atención es la imposibilidad de que los gobernantes de muchos pueblos y provincias colombianas, hagan eco de estas tradiciones, que fuera de propiciar votos y de cautivar incautos, ha dado lugar para la permisividad de atentar contra gran parte de la población y de los seres sintientes, cuando la pólvora está legitimada y es aquí, donde se establecen actividades que las apoyan y que por tanto dejan de lado una política de salubridad y de prevención del gran daño que ello genera, cuando los índices históricos de lesionados e incluso muertos, se presentan por la venta de las diversas presentaciones que se hace de la pólvora en nuestro medio, y más allá de ello, la angustia de las mascotas en casas o en las calles. 

Se observa la presencia de un movimiento nacional que reza por los cielos limpios, o de celebrar sin pólvora, o de acercarnos a reconocer que los animales sufren tanto como los seres humanos por la práctica de esta actividad y que nos exponemos sin ninguna razón, a daños irreparables, a daños tanto en el aspecto físico como psicológico, mientras al otro lado, persisten seres insensatos, perversos y quizás seres desquiciados, que encuentran en esta práctica una forma de liberar sus energías negativas y afectar el derecho y los derechos de los demás. 

Muchas personas refrendan que la llegada de la navidad es un mal presagio para vivir en paz, que sus mascotas sufren más de la cuenta y que no se compadece soportar sus angustias como consecuencia de la manera irresponsable que se patrocina desde el establecimiento con la quema de artefactos que producen daños y afectan los órganos sensitivos de los animales. En alguna ocasión en una campaña se repetía su invitación a no hacerlo, con el mensaje “Cuando la pólvora llega, mi Navidad se acaba, que tus celebraciones de fin de año no impliquen causar sufrimiento a los animales”. 

Somos nosotros, los habitantes de cada uno de nuestros poblados, los generadores de las angustias o de los dolores que podemos generar con éstas prácticas que antes que hacer parte de una sensibilidad tradicional, son fruto de una sociedad donde el mercadeo y el consumo de sus productos, llegan a engrosar la economía doméstica y por tanto, muchos que viven de este medio o de esta forma de ofrecer tales productos, no reparan, ni les importa el dolor de las víctimas y no miden las consecuencias de la pólvora al producir detonaciones o ruidos, que afectan a animales silvestres y domésticos, generándoles angustia, desesperación y estrés. 

Amén de todo ello, muchos ciudadanos, muchos habitantes, hemos terminado por ser enemigos de estas prácticas sociales, hemos terminado por reconocer que somos víctimas de gobernantes que envilecidos por la ausencia de control y en un acto propio de irresponsabilidad funcional, permiten, toleran y fomentan incluso, esta actividad, para después acusar a los padres o las mismas víctimas, de las consecuencias que pueden evitarse y que deben prohibirse. 

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