Ha sido tal el desespero del primer mandatario de los colombianos, para que el legislativo les apruebe las ideas populistas que pregonó durante su campaña electoral, que le ha tocado bajar los niveles de arrogancia y soberbia ante los acontecimientos recientes que comprueban el estado decreciente de sus niveles de respaldo que tenía cuando asumió la presidencia el pasado 7 de agosto. La marcha que convocó en la semana anterior fue un fracaso y los sondeos de opinión han demostrado que sigue una decadencia progresiva de su imagen positiva, producto de su accionar gubernamental incoherente que está afectando el bienestar general de las familias colombianas. Lo anterior no lo aceptan los integrantes del equipo económico del alto gobierno, porque se creen dueños de la verdad absoluta y solamente piensan que lo que ellos plantean son el único remedio para contrarrestar los problemas estructurales que posee la sociedad colombiana. Es absurdo. Ahí tienen a una opinión pública nacional e internacional, que están despotricando y rechazando de plano sus políticas que quieren implementar y que van en contravía de la realidad social y económica del país. Van luchando infructuosamente, porque nadan contra la corriente, que los puede llevar al abismo, sino corrigen oportunamente su actuar.
Los cambios obligados, en tres carteras de su gabinete ministerial es un indicio de la crisis que se les vecina. Los mismos partidos de la coalición de gobierno, está pegada con saliva. Sus integrantes, inclusive algunos miembros del Pacto Histórico han empezado a generar fisuras al interior del ejecutivo. Llamar con urgencia a los lideres de los partidos afectos a sus ideas populistas, están creando una seria desconfianza para que le sean aprobados sus reformas. Las promesas de ampliar la mermelada y las dádivas a los congresistas para que le aprueben dichas iniciativas lunáticas generan un sinsabor en los principios de transparencia que prometió a sus electores. Aquí todo vale. El fin justifica los medios decía Maquiavelo. Y esa ha sido la estrategia gubernamental para lograr tales propósitos. No la tiene fácil.
Aunque el presidente, relevó a la medallista olímpica María Isabel Urrutia de la cartera del Deporte, Alejandro Gaviria del ministerio de Educación Nacional, y del ministerio de Cultura, Patricia Ariza, deja en evidencia fisuras en el equipo de gobierno del presidente Gustavo Petro. Igualmente, algunos medios de información han difundido algunos supuestos hechos de corrupción en el gobierno nacional, y donde se conjugan otra clase de intereses de algunos dirigentes de los partidos de la coalición mayoritaria, generando un manto de duda ante la opinión pública. Cuando están en campaña, aparecen con rostros inocentes, tratando de convencer al constituyente primario, pero que después, una vez elegidos, traicionan la confianza de su electorado, porque aprueban Leyes que van en detrimento del bienestar de las familias colombianas, con la anuencia del ejecutivo nacional.
