Álvaro Hernando Cardona González
Varios lectores nos han escrito para que tratemos sobre el incremento de ventas, malabaristas, limpiavidrios y “limosneros” en las calles de Neiva, ya que “sienten” que sólo han traído consigo inseguridad a Neiva.
Recordamos que el 9 de marzo de 2002, en una columna titulada “No demos limosnas, enseñemos a trabajar” ya habíamos tratado sobre esta problemática; y ya era vaticinadora: aumentaría el fenómeno sólo por causa de los ciudadanos. Es un círculo vicioso. Entre más la gente dé “limosnas”, más gente habrá en cada esquina; entre más gente pida, ofrezca o imponga que les demos, más inseguridad hay.
Decíamos en aquella ocasión: 1) Expertos dicen que “Neiva es un paraíso para quienes ven en la vagancia un negocio porque aquí todos dan limosnas”. 2) “¿Cuánto se gasta un conductor de automotor ir de un lugar a otro de la ciudad en “peajes de esquina” cada vez que da limosna? ¿Está contenta la señora que debe oír toda clase de “piropos” de los parches de cada esquina, sino les da propina? ¿Están más limpios los carros gracias a los limpiabrisas? ¿Está más limpia Neiva? ¿Disminuyen los vendedores y gamines de las esquinas porque les damos limosnas?”. 3) Cada vendedor callejero sólo reproduce, y no disminuye, las ventas en calles, andenes, jardines, parqueaderos y…etc”. 4) Esta “es una batalla que sólo se logrará cuando entendamos todos, absolutamente todos los neivanos, que debemos colaborar. ¿Por qué el Municipio debe invertir valiosos recursos en campañas de espacio público si tan solo con que nadie compre a los callejeros se soluciona el problema? 5) “En cambio estaríamos contribuyendo a solucionar otros problemas como el empleo formal, el crecimiento en la demanda legal de servicios públicos, aumentaría la sensación e índices de seguridad, se rescata la credibilidad ciudadana e institucional, se recuperan las zonas recreacionales, disminuiríamos los costos por aseo público y mantenimiento de andenes y parques”. 6) “No compremos en las calles. Cada vez que lo hacemos generamos más desordenes, más inequidades, más inseguridad y más costos sociales”. 7) “Que los productos callejeros son más baratos: es estúpido; lo barato sale caro. ¿Quién puede acudir al inspector de precios, pesas y medidas cuando se le daña un artículo comprado en la calle o su precio no corresponde al valor real?”. 8) Que disminuye el desempleo: otra mentira y mayúscula. Acaso ¿usted cree que ha disminuido o ha aumentado la gente pidiendo o exigiendo dinero en la calle? o, ¿ha disminuido la inseguridad? Tonterías. Entre más compren en la calle, más despidos hay de empleados formales.
Carro o moto que llegue a una esquina, está amenazado por una turba amenazadora. Cada persona que dé limosna o compre allí, genera más congestión, más desempleo, desaseo, y más inseguridad. Un mejor futuro está en nuestras manos.