Diario del Huila

¡Ni Petro ni Fico!

Abr 7, 2022

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Por: Mauricio Sánchez Córdoba

Estás conmigo o contra mí. Este terrible símil es la imagen más clara de estas dos Colombias. El menosprecio a la imparcialidad que algunos medios y periodistas fomentan, alimentan la descomposición del equilibrio. Dos Colombias que responden a patrones de comportamiento antagónico, separadas por el muro de la insensibilidad que termina por convertirse en la coartada perfecta para la inacción, es decir, la CORRUPCIÓN.

No obstante, limitarse a condenar una de estas dos Colombias y apresurarse a exonerar a la otra, es tristemente simplista. Estos dos países existen, y no es otra cosa que la desoladora manifestación de una crisis ética. Un país que progresa entre la ilusión de la extrema opulencia y las pesadumbres de la pobreza total, alienta la filosofía de la mezquindad y la jerarquía del odio. En las escuelas y las universidades, según su territorio y estrato, se forman los bandos perfectos.

 Y entre ambos bandos, el diario vivir del transeúnte anónimo, un pueblo de ingenuidad casi pastoril, (como describió el político Gómez Hurtado), que espera la solidaridad espontánea de una clase social obtusa secuestrada en sus vanidades, frente a la resentida, que justifica sus abyectas razones en el victimismo para matar, secuestrar…

Una justicia sin vendas, prostituida. La coima perpetua para entrar, para salir. Pagar para ver, para que no vean, para aplazar, para adelantar. Sin justicia no hay estado.

Bandidos reinsertados y los que ya estaban porque nunca se han ido. Apellidos indecorosos bajo sospecha permanente campan a sus anchas por los corredores de todas las instituciones. La abnegada dedicación por lo mío es común denominador de algunos funcionarios, muchos mal pagados, que justifican sin reparo su cómodo argumento, “si ellos lo hacen, yo también”.

La política de hoy se divide en dos bandos. Uno de ellos evoca la trágica ideología de la igualdad impuesta, hoy envuelta en la bolivariana tragicomedia, que algunos despistados añoran. La paradoja del rico más miserable del mundo. La pobre Venezuela convertida en un oxímoron. 

El otro bando, los adoradores de la continuidad,  (“los mismos con las mismas”), que sin sonrojarse, se lanzan a los pies de lo que parece “la última oportunidad “. 

No puede haber empeño más apremiante ni con plazos más perentorios que devolver a la nación sus costumbres, al lenguaje la decencia, al negocio la palabra, y la política al servicio público.

Es urgente corregir todo aquello que arrasó el utilitarismo práctico del neoliberalismo desalmado, que nos desunió marcándonos como animales en estratos del 1 al 7, o al 10, qué más da. . ., vergonzante eufemismo que oculta en su manto proverbial una realidad perceptible, pero ignorada: Los miserables.

Del mismo modo, borrar aquellas utopías violentas sumidas en la antítesis perpetua, que no trajeron más que dolor y desolación. ¿Para qué?. Para nada. Bandas de asesinos en trajes castrenses a quienes el “genio” del socialismo del siglo XX, (Chavez) llamó ejércitos del pueblo. Pobre iluso. Qué ejército, qué pueblo… Metáforas combatientes de la pobreza que paradójicamente hicieron más pobres a aquellos que decían defender.

Para conseguir este objetivo, hay que reconducir este país, creando una pedagogía que sustituya la ética oscura de la rapacidad, por los valores de la honradez. Nuestros dirigentes deben predicar con el ejemplo y sus votantes entender de una vez por todas, que no es más eficiente quien más promete. Inculcar desde párvulos, que los políticos no son ni nuestros amigos ni héroes.  Que cuando llevan agua, luz, o arreglan una calle…, no es con su dinero, es con el nuestro.

En últimas, que la eficiencia y la honestidad no son un mérito, sino una obligación, pagada y bien pagada.

Pero… mis pensamientos, que sugieren un alto grado de ingenuidad, ya no creen en casi nadie, ni en el populismo de unos, ni el cinismo de otros. Sólo exijo con la voz del silencio, RESPETO, que no es mucho.

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